Desde su temprana niñez hasta la adolescencia, Joyce fue abusada sexual, emocional y verbalmente por su padre, quien tomaba mucho alcohol. A los nueve años de edad, se atrevió a contarle a su mamá lo que le estaba sucediendo, pero ésta la ignoró. A esa misma edad le pidió a Jesús que entrara en su corazón y se hiciera cargo de su vida. «Me quería convertir», «Me puedes creer que esa noche el pastor no hizo un llamado al altar. Me quedé sentada lo más que pude hasta que agarré las manos de mis dos primos y los llevé conmigo. Les dije: ‘Vengan, ¡vamos a salvarnos!'», dice Joyce
Con lágrimas y temblorosa, la pequeña Joyce le preguntó al pastor: «¿Me puede salvar?». Al instante que oró sintió que Jesús la perdonó. “En ese momento, Jesús me limpió y nunca me abandonó”, manifestó Joyce. Recordó un versículo que había escuchado, Isaías 61:7, que dice: «En lugar de su doble confusión y de su deshonra, los alabarán en sus heredades; por lo cual en sus tierras poseerán doble honra, y tendrán perpetuo gozo».
Pasaron muchos años más de abusos y traumáticas experiencias. “Tuve una niñez muy oprimida. Tuve un desastroso primer matrimonio, perdí un bebé, he tenido problemas por mi actitud, los corajes y la falta de confianza. Fui sanada de cáncer en el seno. Mencione lo que sea que probablemente lo he vivido, pero Dios es fiel y me ha ayudado a superar cada situación. Mi deseo es que al compartir mis experiencias y lo que he aprendido a través de los años, pueda ayudar a las personas que están pasando por ese tipo de experiencias». Asegura Joyce.
Hoy por hoy su programa televisivo «Disfrutando la vida diaria», que se transmite por más de 630 estaciones, en 23 idiomas, alcanza una audiencia mundial de alrededor de dos mil millones. Además, su programa radial se transmite en más de 390 estaciones. Y es autora de una generosa cantidad de libros que edifican y ayudan a miles de personas en todo el mundo.
Hace algunos años, su padre le pidió perdón por una vida de abusos, aceptó al Señor y fue bautizado por la propia Joyce. Ella confiesa que no fue fácil, pero hoy día se declara sanada de todo dolor del pasado y vive a la expectativa de un futuro cada día más próspero junto a su esposo, sus cuatro hijos y sus nietos. «Estoy disfrutando mi vida porque estoy disfrutando a Dios.»
Joyce, un nombre que merece estar en la Galería de la Fe.