Uno de los objetivos comunes de todos los buenos inversionistas es el deseo de maximizar el retorno de sus inversiones. Ese es tanto un objetivo estratégico como una manifestación de alta responsabilidad, que redunda en beneficio pasa socios y usuarios. Pero ¿cómo podemos lograr que,en términos de «inversión de vida», utilicemos al máximo las habilidades, dones, experiencias y otros recursos que hemos recibido de Dios?
Si queremos hacer una revisión estratégica y responsable, debemos fijarnos primero en la calidad del mayor fundamento de la vida: Dios. Pregúntate: «¿Estoy poniendo a Jesucristo en primer lugar en mi vida? ¿Puedo honestamente demostrar que Él es el número uno en mi vida? «
La prueba que demuestra si realmente valoro, amo y obedezco a Dios se mira en la forma en que trato a mi esposa e hijos, familiares, amigos, compañeros, clientes, proveedores y demás.
En segundo lugar, la prueba también se revela al revisar mi estado de cuenta y ver en qué estoy invirtiendo y gastando el dinero que se me ha confiado. ¿Estoy constantemente buscando maneras de invertir el capital de Dios para ayudar a las otras personas? Estoy también ahorrando una cantidad adecuada de dinero para ayudar a pagar los gastos futuros de mi vida cuando llegue el momento en que ya no pueda trabajar? ¿Estoy tomando decisiones prudentes de inversión financiera para dejar una herencia a los hijos de mis hijos, como dice en la Biblia?
En tercer lugar, tengo que ver mi agenda. ¿Cuántas horas paso en el trabajo versus el tiempo que paso con mi familia? ¿Veo mi carrera como una posesión personal que uso para ganar dinero y gastarlo en mis propios deseos, o como una oportunidad para servir a los demás?
Y, por último: ¿Hago ejercicio para mantener mi cuerpo sano y en forma, y disfrutar de algunas actividades recreativas?
Si no has considerado cómo estás invirtiendo tu vida, es tiempo de hacerlo, porque las inversiones responsables dan grandes resultados. Considera que llegará, o no, el día en que Dios nos diga: «Bien hecho, buen y fiel inversionista de la vida que te di. Entra en Mi reino celestial y ¡disfruta del descanso eterno y las recompensas en el lugar que he preparado para ti!“, pero qué penoso sería que nunca escuchemos esto del Señor.
MDC/ag