Eulogio, un taxista cuarentón, llegó por primera vez a un llamativo y popular puesto de comida rápida en una esquina muy concurrida.

– Señor siga, ¿que desea ordenar?

– Quiero lo mismo que pidió el señor que estuvo antes de mí por favor.

– Por sólo treinta centavos usted puede disfrutar una orden adicional de papas HIPERCROKANFESTI.

– No gracias, solo quiero lo mismo que le sirvió al señor antes de mí,  se ve un buen combo.

– Muy bien, ese es el combo BBB

– Entonces quiero una orden BBB

Todos queremos las cosas buenas cuando las  vemos. Se dice que el mal es contagioso, pero también lo bueno se contagia. ¡Que buena noticia!

Las cosas buenas no se dan por osmosis, ni por generación espontánea. Todo lo bueno resulta de un proceso transformador. Las cosas buenas que hagamos dependerá de pensamientos, hábitos, actitud  y  carácter que tengamos.

Se dice que lo barato sale caro, que las cosas regaladas no valoramos. Es por esto que lo bueno cuesta y si no nos cuesta generalmente no lo valoramos como bueno.

Las acciones  buenas son ejemplares y exaltadas. Rebasan los gustos y satisfacciones temporales. Cuando hacemos lo bueno recibimos bienestar integral y paz. Lo bueno impresiona desde el principio tanto como resiste la prueba del tiempo. Se convierte en algo confiable.  El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón saca el bien, Mt. 12:35, dice el consejo de Dios.