La Biblia dice que todo tiene su momento, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
Eclesiastés 3:1
Y es justamente en este tiempo, en el que necesitamos llenar el corazón de nuestros niños con palabras de afirmación, de amor, que se sientan protegidos, aceptados, bendecidos y felices.
Demostrémosles que pueden contar con nosotros en las buenas y en las malas. Que no están solos. Ahora que empieza un nuevo año escolar.
Este es el tiempo de sentarnos con ellos, conversar y preguntarles desde el primer instante que entran a clases: ¿cómo estuvo tu día? Si fue difícil ¿cuántos nuevos amigos tienes? ¿Qué es lo que más te preocupa?
Porque, aunque te demuestren lo contrario, me refiero a los más jovencitos que creen que pueden conquistar solos el mundo, siempre necesitarán de nosotros.
Es tiempo de abrazarlos, de comunicarles cuánto les amamos, diles que si pueden, que poco a poco con mucha paciencia, aprenderán a escribir bien, a leer, a sumar correctamente, etc. Afírmales con la Palabra que todo lo podemos en Cristo que él es quien nos fortalece.
No les exijamos más de lo que ellos pueden dar. Tratémosles de acuerdo a su edad, procuremos no estresarlos, que no se frustren porque no sacan buenas notas, animémosles siempre a dar lo mejor, a ser diligentes, no a ser perfectos, porque eso traerá tristeza a su corazón, ansiedad y temor.
Recuerda que también fuimos como ellos y pasamos por todos esos procesos. Que cuando no logren algo, no se rindan, no se detengan, que perseveren. Así lograremos que a pesar de sus fallas y errores, empiecen sabiamente a confiar en ellos mismos.
Aprendamos a proteger cada día su espíritu para no lastimarlos ni marcarlos. Si corriges, que sea siempre con sabiduría y amor, reflexionando antes: qué haría Jesús en mi lugar.
A ti papá, mamá e hijo, nunca te detengas porque Dios está contigo a cada paso que des, nunca te rindas.
ESCRITO POR: Betty Alexandra Guerra