En casa, todo lo que no se ordena… se acumula. La ropa sucia en la esquina, los papeles sobre la mesa, los platos en la pileta. Si no se limpia a tiempo, la tarea se vuelve más pesada, más difícil, más agotadora. Lo mismo sucede con las ofensas.
Cada enojo no hablado, cada palabra que dolió y se dejó pasar, se va guardando en el corazón. Al principio no parece grave, pero si no lo resolvemos, empieza a acumularse. Y con el tiempo, eso que parecía pequeño, se convierte en una raíz.
Hebreos 12:15 nos advierte que la raíz de amargura, si no se arranca a tiempo, brota, crece y termina contaminando todo a su alrededor. Al principio no se ve, pero un día sale a la luz. Y cuanto más ha crecido, más difícil será arrancarla.
El perdón en la familia es como limpiar la casa: requiere atención diaria. No esperes a que las heridas acumuladas se transformen en raíces profundas.
Hoy es un buen día para revisar: ¿qué estás guardando en tu corazón que necesita ser perdonado antes de que eche raíces?
RETO: Sube una foto de algo que estés ordenando hoy en casa (ropa, papeles, cajones) y escribe: “Hoy decido no acumular” Etiqueta a @radiohcjb.