El agua es un elemento esencial en la vida del ser humano. Los recursos hídricos y la gama de servicios que presta juegan un papel clave en el desarrollo mundial, pero de manera específica es imprescindible para que nuestro organismo pueda llevar a cabo sus funciones metabólicas con normalidad, ya que forma parte de las células, los órganos, los músculos, los huesos y de los fluidos corporales.
El agua representa alrededor del 60% del peso de un hombre adulto y el 50-55% del peso de una mujer (EFSA 2010; IOM 2004). El porcentaje de agua corporal va variando a lo largo de la vida, los recién nacidos tienen una proporción de agua que oscila alrededor del 75% de su peso. A medida que pasan los años va aumentando la cantidad de masa grasa del cuerpo, proceso que ocurre normalmente en los mamíferos, lo que provoca una reducción de la cantidad de agua corporal.
Es un medio de disolución de líquidos corporales (sangre, linfa, saliva, bilis, etcétera), que sirve como transportador de nutrientes, contribuye a la regulación de la temperatura corporal, permite eliminar los productos de desecho y ayuda al proceso digestivo.
Pero ¿qué cantidad de agua se debe consumir?
Para que exista una correcta hidratación, debe haber un equilibrio entre la ingesta y la pérdida de agua. Nuestro organismo tiene sistemas que regulan la cantidad de agua del cuerpo, por lo que, cuando esta cantidad empieza a ser deficiente, se activan sistemas hormonales que vienen traducidos por nosotros como la sensación de sed. En cambio, si existe un exceso de agua corporal, se activan otros sistemas que provocarán las ganas de orinar.
Cuando el cuerpo pierde más cantidad de agua de la que ingiere, el equilibrio es negativo y se produce la deshidratación, situación que conlleva serias consecuencias sobre nuestro organismo. Una correcta hidratación puede ayudarte a mejorar problemas de salud, como la retención de líquidos, el estreñimiento, o ayudar a reducir la ansiedad por alimentos dulces.
Es importante hidratarse bien durante todo el día, por supuesto, la realización de actividad física implica mejor hidratación, ya que en estas situaciones se da una pérdida de agua importante. Para una correcta hidratación, se recomienda beber entre 4 y 8 vasos de agua al día. La OMS recomienda 2,9 litros al día para hombres y 2,2 litros para mujeres con estado físico sedentario, considerando el agua que proveniente de los alimentos y bebidas.
Sin embargo, existen determinados grupos de edad que resultan especialmente sensibles a la deshidratación: los niños, las mujeres embarazadas, las mujeres en período de lactancia y las personas de avanzada edad. Los niños muchas veces olvidan ingerir líquidos, así que es muy importante que los adultos se encarguen de comprobar que los más pequeños se están hidratando correctamente.
Durante el embarazo y la lactancia materna aumentan los requerimientos de agua para el correcto desarrollo del feto y para la producción de leche. Por otro lado, con la edad se ve reducida la capacidad de detectar la sensación de sed, lo que facilita la aparición de deshidratación.
Otras alternativas
Para quienes es complicado consumir agua a diario, por diferentes motivos, presentamos algunas opciones de bebidas refrescantes, que pueden suplir el consumo de agua pura sin llegar a ser la tradicional agua aromática.
Consumir el agua con pepino, albahaca, hierbaluisa, o agua con fresas y jengibre, pueden ser algunas de las opciones para quienes no gustan del agua pura.
También obtenemos agua a partir de los alimentos que, ya sea en mayor o en menor proporción, contienen agua. Las verduras y las frutas son los grupos de alimentos que contienen mayor cantidad de agua, por lo que su consumo puede ayudarte a hidratarte correctamente. Y recuerda que el agua es la mejor bebida para hidratarte.
FUENTE: https://www.agustoconlavida.es/articulo/alimentacion/la-importancia-de-la-hidratacion/263
MDC/ag