Ayer compartí en mi congregación una meditación. Jesús había resucitado, se aparece en la casa de sus discípulos dos veces y una en la playa. Ahí, tenía preparado una brasa y sobre ella un pescado para él, luego les ve a sus discípulos pescando, se entera de que no han pescado nada en toda la noche, les ordena que lancen la red a su lado derecho, los discípulos lo obedecen sin saber que era su maestro y logran pescar 150 peces, su red no se rompió, llegaron a la playa y Jesús les dice que traigan cada uno un pescado para ponerlo en la brasa.
¿Qué tipos de pescados traemos la brasa? Lo que pescamos lo hacemos en abundancia. Por eso debo tener cuidado con lo que pesco (es la misma ley de la siembra y la cosecha).
Al pescado veámoslo como una actitud que nace de un pensamiento (algo que metemos en nuestra mente).
Pescados (actitudes) malos que traemos a la brasa pueden ser: chismes, murmuración, quejas, ira, contiendas, criticas, egoísmo, sed de venganza, rencor, amargura, pensamientos negativos, falta de perdón a uno y hacia otro, impuntualidad, deshonestidad, orgullo, irresponsabilidad, impaciencia, tristeza, etc
Pescados (actitudes) buen@s que traemos a la brasa pueden ser: sinceridad, humildad, amar al prójimo como a uno mismo, perdonar, servir, puntualidad, responsabilidad, pensamientos agradables y positivos, verdad, solidaridad, amabilidad, cordialidad, gozo, paz, contentamiento, paciencia, etc
Sabías que ¿Lo que pescamos compartimos? La gente que está a nuestro alrededor se alimenta de las cosas que hay en nuestro interior (ser) y, esas cosas siempre traemos a la brasa mediante lo que decimos, lo que hacemos y dejamos de hacer, la gente que está a nuestro alrededor lo percibe, lo siente, lo nota.
¿Por qué les comparto esto? Porque sé que esto nos puede servir a todos para tener cuidado con nuestras actitudes diarias. Actitudes tenemos dentro de nuestro trabajo, con nuestras familias, con nuestros amigos.