Cuando era pequeño, nunca pensé en hacerme misionero. Siempre era algo para otras personas. No estaba en contra de la idea simplemente no pensaba que fuera algo para mí. Crecí en un hogar cristiano y de vez en cuando familias misioneras venían a la casa para almorzar. Fue interesante escuchar sus historias, pero nunca vino a mi mente la idea que algún día yo sería misionero. Sin embargo, Dios tenía otros planes.

Llevaba varios años trabajando en medios seculares en California (Estados Unidos). Estaba muy activo en mi iglesia, dirigiendo el ministerio de adolescentes y jóvenes. A finales del año 1987, asistí a una conferencia de misiones diseñada para universitarios. Un grupo de 17 estudiantes de mi iglesia asistiría a esta conferencia y los líderes me pidieron que fuera para vigilar a los chicos “por si acaso”. Sin embargo, Dios tenía otros planes.

Fue en esta conferencia con casi 25,000 personas que Dios me llamó a ser misionero. Su voz fue muy clara la noche del 30 de diciembre de 1987. Me comprometí a iniciar el camino, tomado de Su mano.

En realidad, también yo he muerto en la cruz, junto con Jesucristo. Y ya no soy yo el que vive, sino que es Jesucristo el que vive en mí. Y ahora vivo gracias a mi confianza en el Hijo de Dios, porque él me amó y quiso morir para salvarme. Gálatas 2:20 (TLA)

La doctora Helen Roseveare misionera y autora inglesa. Trabajó como médico en el Congo desde 1953 hasta 1973. Fue en su mensaje de aquella noche del 30 de diciembre que usó las palabras del Apóstol Pablo en Gálatas 2 para tocar mi corazón. Recuerdo muy bien esa noche. Fue como si el Espíritu Santo estuviera hablándome solamente a mí. Repetí las palabras, “Y ya no soy yo el que vive, sino que es Jesucristo el que vive en mí.”

Pero ¿cómo podría estar seguro de este llamado de Dios? Al conversar con mi pastor en aquel entonces, me hizo entender que el llamado y el servicio misionero comienza en casa. Si no tengo un corazón dispuesto y listo para evangelizar donde estoy, tampoco no lo tendré al llegar al campo misionero. Si mi corazón no se quebranta por la gente sin Cristo donde vivo, no se quebrantará cuando llegue al lugar donde voy a servir. Si no estoy dispuesto de servir a mi prójimo en mi país de origen, será aún más difícil hacerlo en una cultura diferente y con un idioma diferente. Finalmente, si no estoy preparado a morir a mis propios sueños para el futuro, no podré servirle a Dios en el campo misionero.

Y no vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto. Romanos 12:2 (TLA)

Romanos 12:2 también llegó a ser un versículo muy importante para mí, pero también muy difícil de cumplir. Fíjate en el reto de no vivir como el resto del mundo. ¡Híjole! Pero ¿cómo? Y luego Pablo dice, “Cambia tu manera de ser y pensar y así podrás saber qué es lo que Dios quiere de ti.” Son palabras muy fáciles de decir, pero qué difícil de adueñarse de ellas. En otras versiones de este versículo podemos ver la palabra transformar y es justo lo que Dios quiere de nosotros, una mente, un corazón, una vida transformada para saber lo que Él quiere de nosotros.

El pastor y misiólogo John Piper dice que a partir de esa mente renovada y una experiencia de oración, a la hora de discernir el llamado al servicio hay que tomar en serio varias cosas:

  • Tus dones espirituales, Dios no te va a llamar a hacer algo sin haberte equipado primero.
  • Las necesidades de otros. Una mente renovada se toma en serio las necesidades que ve en el mundo y las que más le conmueven.
  • Habilidades prácticas. En mi caso, Dios me mostró cómo usar todo lo que había aprendido y ejercitado como comunicador social en el campo misionero. No creo que Dios vaya a desperdiciar las habilidades que Él ha formado en ti.
  • ¿Estás preparándote para poder integrarte y aprender de tu nueva cultura? Investigué varias entidades misioneras antes de hacer la solicitud a HCJB. Cuando fui aceptado y sabía que iba a venir al Ecuador, puse un mapa del país en el techo encima de mi cama. Así pude orar por Ecuador y su gente cada noche antes de dormirme.
    • ¿Realmente tienes un corazón dispuesto a servir? ¿Estás sirviendo ahora? Si no, tal vez no estás listo para servir en el campo misionero. El servicio es una actitud, un compromiso. No es una habilidad que podemos aprender. Es algo que viene de lo más profundo de nuestro ser.
  • ¿Eres activo en tu iglesia ahora o eres simplemente un observador? Tenemos que entender las funciones de una iglesia local para poder servir a los demás en la iglesia en el campo misionero.
  • La mente renovada quiere glorificar a Dios por encima de todo. Quiere ver la gloria de Dios celebrada en el mundo. ¿Quieres lo mismo?

El pastor Piper dice, “Pregúntese: ‘En todas estas cosas, ¿busco la gloria de Dios? ¿Veo a lo que me estoy guiando como lo que más glorificaría a Dios?’ Entonces, sumérgete en la palabra y ora sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17). Toma estos siete factores en serio, y eventualmente sabrás el llamado al servicio que Dios tiene para ti.”

El 22 de agosto de 2021 cumpliré 29 años en el campo misionero. Nunca me imaginé hacerme misionero y cuando salí al campo misionero en 1992, nunca imaginé servir tanto tiempo. Pero gracias a Dios, Él tenía otros planes para mí. Él vio lo que yo no pude ver y me dirigió en momentos cuando no sabía a dónde ir.

¿El campo misionero o el servicio a tiempo completo como pastor es para todos los cristianos? Definitivamente no. Requiere discernimiento del llamado, disciplina y compromiso para cumplirlo. Pero más que nada, requiere morir a nosotros mismos para poder vivir con Cristo.

Siempre que ustedes coman o beban, o hagan cualquier otra cosa, háganlo para honrar a Dios. 1 Corintios 10:31 (TLA)

Como cristianos, tenemos que hacer todo para honrar a Dios –  ya sea como: misioneros, pastores, comunicadores sociales, contadores, etc. Aquí en HCJB2, un pastor que hace un programa los domingos nos recordó que hagamos lo que hagamos, hay que hacerlo para honrar a Dios. Si es lavar los platos después del almuerzo, sacar la basura antes de irnos, preparar el programa radial, o trabajar en el área administrativa… siempre hay que honrar a Dios.

Espero que puedas evaluar lo que estás haciendo. ¿Estás honrando a Dios? Al responder el llamado de Él en tu vida, ¿estás honrando a Dios? Si la respuesta es “sí”, ¡a Él sea la gloria!

ESCRITO POR: Allen Graham