Es fácil engañarse y pensar que tu corazón está en muy buenas condiciones. Seguramente has tenido pensamientos como éstos:
- Soy buena persona
- Voy a la iglesia todas las semanas
- Me mantengo al día con mis lecturas bíblicas
- Soy voluntario en mi comunidad.
- Soy amable con mi familia
- Oro por mis amigos
¿Te suena familiar? Podemos enfocarnos tanto en las externalidades que olvidamos profundizar un poco más y ver qué está pasando realmente dentro de nuestros corazones.
Bueno, he encontrado algo que rápidamente expone la condición del corazón… de mi corazón al menos. No te rías, pero esto es conducir en una ciudad con alto tráfico. Cuando conduces, parece que sale lo que realmente está adentro.
Una cosa sé, y eso es que nunca quisiera que alguien grabe los pensamientos que pasan por mi mente o las palabras que salen de mi boca cuando estoy conduciendo. Y peor aún, que éstos sean publicados en mi Facebook.
Recientemente cuando conducía al supermercado, una chica al frente de mi vehículo, mientras esperaba en el semáforo, estaba tan fascinada con su WhatsApp o lo que sea en su teléfono, que me obligó a esperar otros 3 minutos para la próxima luz verde. Lo que vino a mi cabeza y se amortiguó en voz baja, realmente me sorprendió y me pregunté de inmediato, ¿Realmente pensé esto? ¡Mi corazón es tan feo! ¡Oh Dios mío! ¡Por favor, ayúdame!
No te diré lo que pensé porque…bueno, no lo voy a hacer ja ja. Pero te diré esto: Fue un momento en el que mis pensamientos expusieron lo que está en los rincones más oscuros de mi corazón. Vi lo terriblemente estresado, enojado y ofuscado que estaba. Vi el orgullo, la falta de amor y perdón.
La imagen que vino a mi mente fue la de un fregadero que debe limpiarse, pero que evitamos hacerlo hasta que está en mal estado. Así como llega un punto en el que hay que sacar toda la suciedad del fregadero para que funcione bien, lo mismo ocurre con el pecado en nuestras vidas. Es esencial limpiar nuestros corazones si queremos mantenernos espiritualmente sanos.
Aunque estoy decepcionado con mi condición, estoy extrañamente agradecido por la chica que me hizo esperar otro semáforo, porque entendí lo que está pasando en mi corazón. Ahora sé que el próximo chequeo de mi corazón, puedo hacerlo conduciendo al supermercado.
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan. Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda y guíame por el camino de la vida eterna. Salmos 139:23-24