Recuerdo a mis padres haciendo deberes en la noche en la mesa del comedor, que a la vez era sala. Tenían libros como Pasión por las almas, Misión Mundial 1, 2 y 3. Escribían resúmenes y análisis sobre misiones. Les pregunté que hacían y me contaron que estaban haciendo un curso de misiones transculturales. Los primeros meses eran vía correspondencia, y después debíamos ir por 3 meses al entrenamiento intensivo presencial.
Sin saberlo, aquel entrenamiento misionero de mis padres cambiaría toda nuestra vida.
Desde aquel día hasta hoy hay un solo tema que arde en el corazón de mis padres: misiones. Aprendimos que en Ecuador, hasta 1998 habían más de 300 comunidades que no tenían presencia del evangelio, ni una iglesia o grupo de creyentes. También pudimos conocer la realidad en países musulmanes con respecto al evangelio, la persecución que vivían los creyentes.
Ya son 19 años de aquella decisión: servir a Dios a través de las misiones. Toda la familia estuvimos involucrados y hay algo que me he dado cuenta, la gente piensa que debe recibir un llamado especial para ser misionero, y la verdad es que como dice Keith Green: la gran comisión no es la gran sugerencia.
Todos estamos llamados a misionar. Algunos tienen más habilidad para servir con tribus urbanas, con nacionalidades indígenas, en otros países. Todos estamos llamados a ser misioneros.
Alguna vez me dijeron: si no vas a ir, puedes aportar para que alguien vaya. Si no vas a aportar, puedes orar por aquellos que van. Pero no puedes ser indiferente al llamado de Dios.
Orar, dar o ir son las opciones.
No te escondas en tu ministerio, en tu supuesto llamado a la ciudad, a la comodidad. No es posible, como decía Oswald Smith, que hayan personas que escuchan el evangelio dos veces cuando hay millones que no lo han escuchado ni una sola vez. Es hora de ser responsable con lo que Dios te encargó.
Y si tienes dudas de por qué debes ir, recuerda Mateo 28. Jesús dijo: Toda potestad me es dada en el cielo y la tierra, por tanto… Id!
Porque tiene el poder para hacerlo es que te envió. No es un consejo, no es una idea, es una orden que debemos cumplir.