Salmos 73:1-28
Con toda seguridad en algún momento de su vida usted se hizo esta pregunta: ¿Vale la pena abstenerse de pecar? Esta fue la inquietud que surgió en el corazón del salmista Asaf, cuando compuso el salmo 73.
Asaf, al reflexionar en torno a la maldad de los hombres perversos que le rodeaban, llegó a sentirse frustrado al punto de declarar que casi llegó a resbalar (vs 2) al desarrollar envidia al ver la prosperidad de los impíos (vs 3). Frente a esta realidad, Asaf llega a expresar:
“Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón,
Y lavado mis manos en inocencia”
Vs 13
Sin embargo, es al entrar en el santuario de Dios (en su presencia), cuando cobra nuevamente perspectiva sobre el final de los malos (vs 17-19) y esa certidumbre de la retribución Divina sobre la conducta de los perversos, lo lleva a replantearse su percepción hacia los malos y encuentra que sí vale la pena mantenerse en rectitud e integridad. Eso lo lleva a ubicarse, de nuevo, en la certidumbre de que solo Dios es su sustento (vs 25).
Finalmente, Asaf. llegará a manifestar que solo Dios es su esperanza y su total bien:
“Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien;
He puesto en Jehová el Señor mi esperanza,
Para contar todas tus obras” Vs 28
Tal como Asaf, en el tiempo presente, muchas personas han prosperado a base de malas conductas y acciones malas y hasta perversas. Y eso lleva, en algunas ocasiones, a que aquellos que se mantienen en una actitud de obediencia y rectitud se cuestionen si vale la pena mantener dicha conducta. Tal vez tú seas uno de ellos, que se está cuestionando en este preciso momento la validez de su conducta espiritual, moral, social. Vale la pena que recuerdes que habrá una consecuencia para los impíos (v 27) y que Dios siempre estará contigo para guiarte y recompensarte (vs 23-24).
Por lo tanto, No te desalientes. No sucumbas ante la tentación de creer que no vale la pena abstenerse del mal en un mundo caracterizado por la maldad. A su tiempo cosecharás la bendición de perseverar en una conducta recta.
Piénsalo.
Oremos.