Reto de 10 días sobre el perdón.
A veces no eres ni el que pide perdón ni el que lo otorga. A veces Dios te llama a ser esa persona que acompaña y anima a otros a dar el paso hacia el perdón.
Recuerdo una escena de mi niñez. Tenía unos ocho años cuando, en Navidad, nos quedamos en la casa de una familia amiga. A uno de los niños le regalaron una increíble pistola de juguete. La curiosidad me ganó, cuando él la dejó, la tomé e intenté mover el gatillo. Como estaba duro, usé el pie… hasta que sonó un crack. La había roto. Desesperada, corrí a mi papá buscando un cómplice que me salvara. Pero él, con calma, me dijo: “Te entiendo, hija, pero tienes que disculparte”.
Llorando, me acompañó a hablar con la familia y confesar lo ocurrido. No fue fácil, pero aprendí algo importante, que es necesario tener a tu lado a alguien que te guíe hacia el perdón, en lugar de justificar la mentira o el resentimiento.
La Biblia dice: “Más valen dos que uno… porque si caen, uno levantará al otro” Eclesiastés 4:9-10. Hoy tú puedes ser esa persona que acompaña, anima y sostiene a alguien en el difícil pero liberador camino del perdón. Las amistades que animan a ocultar o a tapar el pecado no son buenas; las verdaderas te llevan siempre a la verdad.