Querido yo, no quiero que olvides todo lo que hoy te hace tan feliz, por eso te escribo, porque en la proyección hacia el infinito que significa esta carta, espero que cada día te sigas acostando con una sonrisa. Ya sea gracias a los amigos que tienes, al trabajo que realizas, a la vida que mantienes, a la pereza que vences para no dejar de luchar por lo que te gusta, a tus aficiones, las cuales espero que no hayas abandonado. Al menos no todas, y si lo has hecho que les hayas encontrado mejores sustitutas.
Seguro que cuando leas esta carta las membranzas por las que navegues tendrán mucho de alegría. Genial, atrápalo, no permitas que los años que han pasado muten la emoción y el gesto de tu cara. Retómalo y vuelve a darle vida. Mi deseo es que tú, yo futuro, no te pierdas en tentaciones amargas y que no te hagas pequeña ante las dificultades.
Yo futuro, quiero contarte los sueños que tengo, las aspiraciones por las que me levanto y me esfuerzo cada día. Cuando estés leyendo esto mira si has conseguido lo que querías; si no es así, sé inteligente, sigue adelante si las fuerzas y el convencimiento te lo permiten, de otro modo quédate con lo que has aprendido. Recuerda que una experiencia solo se convierte en fracaso cuando intentamos borrarla, rechazando el tiempo que tuvo la oportunidad de enseñarnos.
No quiero olvidar todo lo que hoy siento y tampoco me gustaría que lo olvidaras tú. Sirva esta carta de clave de recuerdo. Te escribo desde una etapa feliz (ya ves que no siempre es la melancolía, afortunadamente, la que inspira mis letras). No olvides tus herramientas, todo lo que te ha hecho avanzar hasta donde estás ahora, sácale partido a tu voluntad, inspira bien fuerte y continúa: muchas de las nubes que hacen sombra en el horizonte no son reales.
No olvides que los proyectos necesitan tiempo, que las personas necesitan tiempo, que el trabajo necesitó tiempo, que tú eres quine domina tu tiempo y no al revés, como muchos creen. Hazte dueño de él y dale un sentido, que no pase sin contar nada, que el tiempo hable, que los momentos llenen esos relojes de historias.
En esta carta se encuentran las aventuras que has vivido, lo que hoy te hace estar orgullosa de ti, pero sobre todo lo que te hace especial y diferente. Aquello que te hace único y mi yo futuro quiero que siga siendo así, si no lo es y no sonríes en este momento, párate y piensa, ¿qué quiero y hacia dónde voy? No dejes que el hacerte mayor secuestre a la niña que en parte hoy escribe también.
Quiero que tú, yo futuro, no te olvides de tu origen, y para eso te escribo, recuerda todo lo que llevas detrás. Más que agradecer, disfruta de quien está a tu lado, y quien recorre camino contigo. Si estás recordando ahora mismo a alguien que estuvo pero perdió contacto, llámale, agradécele ese lugar que ocupa en tu memoria, en tu sonrisa y en tu corazón.
En esta carta está toda mi esencia encendida en deseos y esperanzas, están mis ganas de continuar, mis ganas de seguir aprendiendo. No quiero que se pierdan por el camino: si así ha sido, encárgate de volver a encontrarlas, no podemos permitir que sea el viento el que dicte nuestro destino.
Espero que tú, mi yo futuro, hayas sabido crecer y adaptarte sin perderte por el camino. Quiero que vuelvas a escribir otra carta a mi “yo futuro” y hagas más fuerte esta prueba de que existen sueños que merecen la pena. ¡Vive!
Y por, sobre todo, no olvides nunca quien te sostiene en todo tiempo, en pasado, presente y futuro; que Dios siempre esté en tu corazón.
Hasta pronto.
Tomado y adaptado de: La Mente es maravillosa /web.