Cuando miramos atrás en la historia a las cruzadas*, nos horrorizamos por la violencia, las injusticias, las muertes y sobre todo la mala interpretación bíblica y la corrupción que llevaron a los supuestos cristianos a cometer actos claramente en contra de los principios bíblicos. Podríamos pensar que hoy en día hemos superado esto. Yo propongo, en cambio, que en la actualidad seguimos librando guerras santas en varios frentes. La iglesia ya no mata a la gente, pero nuestras palabras y nuestras actitudes pueden ser igual de bélicas.
La cruzada contra otros creyentes
En otra ocasión hablamos del sectarismo en la iglesia. Con esto me refiero a las divisiones que encontramos tanto en denominaciones como en iglesias individuales. Existen varios problemas que nos llevan a no solo dividirnos, sino atacarnos entre nosotros mismos. Los animo a revisar nuestro artículo sobre el Sectarismo para conocer más sobre este problema.
Muchos cristianos parecen considerar que solamente su propia iglesia o su denominación tienen una buena enseñanza, o “sana doctrina” como diría Pablo. Esto causa que los pastores y predicadores se ataquen entre sí desde el púlpito. Por supuesto, cuando hay una enseñanza contraria al evangelio, no podemos aceptarla calladamente, pero es necesario también observar las palabras del Nuevo Testamento que nos impulsan continuamente a la unidad. No podemos librar una batalla (cruzada) en contra de otros hermanos y hermanas cristianos. Nos estamos canibalizando entre nosotros y ponemos en riesgo la reputación de la iglesia y el evangelio de Cristo.
La cruzada contra los no creyentes
Por otro lado, existen muchas iglesias que hablan fuertemente en contra de los no creyentes. En la Biblia encontramos pasajes que nos animan a ser diferentes y alejarnos de las malas influencias del mundo, pero esto no significa que debemos satanizar todo lo que es “del mundo”. Incluso este lenguaje cristiano crea división innecesaria. Creamos una peligrosa cultura de “ellos y nosotros”, donde todo lo nuestro es bueno y lo de ellos es malo. Causa que veamos enemigos donde no los hay, y tristemente esta es una retórica común en muchas iglesias.
Yo propongo que la iglesia debiera adoptar un lenguaje más inclusivo. Debemos dejar de tratar a la gente como no creyentes, seculares, paganos, mundanos, etc. Un mejor nombre para estas personas es amigo, vecina, compañero de trabajo, familiar, etc. La Biblia es uno de los libros más inclusivos. Existen dos declaraciones en la Biblia que nos ponen a todos al mismo nivel. 1) Todos fuimos creados a imagen de Dios (Gen 1:27) y 2) todos somos pecadores (Rom 3:23). Fuera de esto no existe distinción, y como cristianos que desean llevar las buenas nuevas al mundo, no deberíamos tratar a las personas como paganos, deberíamos verlos como personas, como iguales, como amigos y miembros de la familia humana.
Somos cristianos que solo ven películas cristianas. Solo oyen música cristiana. Solo comen en restaurantes cristianos (exagero). Lamentablemente este comportamiento crea una división y una barrera para llegar a las personas, porque ya no los tratas como personas sino como algo diferente.
Quiero hablar también sobre dos cruzadas más que los cristianos ejercen. La primera es contra la ciencia.
La cruzada contra las ciencias
Desde pequeño he amado las ciencias y especialmente la arqueología y la paleontología. Recuerdo que solía tomar libros de la biblioteca en mi escuela para leer sobre el poderoso Apatosaurus, los ágiles Velociraptors o el temible Tyrannosaurus rex. Mi pasión por estos seres antiguos se extendió hasta un deseo de trabajar en este campo. Así es de pequeño yo no quería ser bombero, policía o superhéroe. Yo quería ser paleontólogo.
Imagina mi tristeza cuando, algunos años después, la misma ciencia que me trajo tanto gozo en mi niñez era atacada desde el púlpito los domingos. Se decía que la ciencia estaba en guerra contra Dios. Existen muchos jóvenes en nuestras iglesias que aman las ciencias, pero presencian una batalla contra lo que aman en la comunidad de creyentes a la que asisten. En muchas iglesias la palabra “ciencia” se trata como mala palabra y los científicos muchas veces son tan malos como el anticristo.
Te cuento un secreto: La ciencia no está tratando de atacar a Dios. De hecho, la ciencia popular es indiferente ante Dios. Pero nuestro complejo de víctima nos hace temer lo que no entendemos. Muchos cristianos creen que, porque otras personas no creen como ellos, deben ser enemigos de la iglesia.
Doy gracias a Dios porque en este mundo existen científicos que avanzan el mundo de la ciencia y a su vez adoran a un Creador Soberano. Doy gracias a Dios por los psicólogos y terapeutas fieles a Su palabra que no se dejan desanimar por las palabras ignorantes de quienes atacan su profesión desde el púlpito. Doy gracias porque Dios es el dueño de la ciencia y el conocimiento, y al conocer más sobre este mundo natural, conocemos más sobre nuestro maravilloso creador.
La ciencia no está en guerra con la iglesia. Aunque la iglesia parece buscar ese pleito. Conocer más sobre la creación es conocer más sobre su Creador. La búsqueda del conocimiento científico es una de las formas más hermosas de adorar a nuestro Dios Omnipotente. No robemos el gozo de futuros científicos (y pequeños paleontólogos) al ponernos en enemistad, haciendo cruzada contra las ciencias.
Finalmente (aunque hay mucho más qué hablar), quiero mencionar el ataque de la iglesia contra las artes.
La cruzada contra las artes
Así como la iglesia ha formado un concepto negativo contra las ciencias en general, ha formado cierta enemistad contra las artes. Quizás el arte más atacada ha sido la música. Porque despreciamos la “música secular” y rechazamos ciertos estilos/ritmos en la iglesia.
En mi adolescencia descubrí los diferentes estilos del rock y esto formó mi gusto musical. Sin embargo, no era fácil encontrar artistas cristianos que produjeran música con la misma calidad y estilos que yo disfrutaba. Seguro entenderán que esto causó más de un inconveniente con mis padres conservadores que solo oían los artistas cristianos que sonaban en la radio cristiana.
Lo que descubrí es que en muchas ocasiones la iglesia tenía un problema con la música que no fuera explícitamente dirigida a Dios o interpretada por un artista cristiano. Ahora, de adulto, me parece irónico, porque en la Biblia se encuentra un libro que incluye cánticos exclusivamente románticos: Cantar de los Cantares.
Claramente para Dios, la música es importante y Él se agrada cuando la utilizamos en glorificarlo a Él. Pero considero que Dios también se alegra cuando expresamos nuestro amor, los unos por los otros en canción. Si un tema musical no habla de Dios, pero no habla en contra de Dios (y sus valores) considero que no está mal disfrutarlo. Admirar y cantar a la creación de Dios (canciones de amor, por ejemplo) es también otra forma de adorar al Creador. No juzguemos los temas únicamente por las creencias del músico. Disfrutemos de la música con sabiduría, aunque no sea de artistas cristianos.
Por otro lado, ¿por qué cantamos juntos en la iglesia himnos clásicos y baladas modernas, pero no incluimos un merengue, un reggaetón, un heavy metal o música electrónica? Entiendo que esto depende mucho de cultura y ubicación geográfica, pero debemos admitir que existe una tendencia a preferir ciertos estilos musicales y rechazar otros como malos o menos espirituales.
He tenido conversaciones con personas que han entregado su vida a Cristo en un pequeño concierto de Heavy Metal donde el grito gutural del artista daba gloria a Dios. Los estilos musicales son cuestión de preferencias y gustos. No son un tema espiritual. Dios se glorifica de igual manera en un himno de hace 4 siglos como en el “punchis punchis” de la música electrónica o la “bulla” del metal. Solo porque no es tu preferencia, o la de tu iglesia, no significa que no sea arte que glorifica a Dios.
Gracias por dejarme desahogarme contigo, querido lector. Existen muchos temas sobre la cultura popular de la iglesia que son puntos ciegos para nosotros y afectan cómo nos relacionamos como cuerpo de Cristo y cómo nos relacionamos con el mundo a nuestro alrededor. Aunque somos ciudadanos del reino de los cielos, y debemos actuar como tales, también debemos ejercer sabiduría y criterio para determinar qué es la cultura de Dios y qué no. Si tratamos a las personas más como iguales y menos como diferentes o inferiores, vamos a empezar a ser efectivos en demostrar el amor de Dios y atraer a las personas a la luz del Evangelio.
Sé diferente, sé ejemplo, sé santo, pero no seas tóxico.
* Durante varios siglos, la iglesia creyó que su deber era conquistar política y militarmente las naciones y territorios con creencias diferentes o contrarias a las suyas. Las cruzadas más populares se enfocaron en la tierra santa (Israel) y se libró guerra por casi 200 años entre el cristianismo y el islam. Diferentes eruditos estiman las muertes totales de este periodo entre 1 y 9 millones de personas, desde el año 1095 hasta 1291.