Hace unas semanas me preguntó una chica ¿cómo puedo interesarme más por la Biblia? Es una pregunta muy interesante y me hizo preguntarme también ¿cómo me interesé en leer la Biblia?
Leo la Biblia desde pequeño, no con tanta disciplina como quisiera. Memorizaba textos, aprendía nombres de personas, tribus y ciudades. Lo que parecía información que encontraría en una biblioteca se convirtió en palabras de ánimo y consuelo en el momento de dificultad.
Muchos versos bíblicos eran bonitos para mi, los recitaba y sonaban poéticos. El día que estuve en medio de un terremoto se transformaron en palabras de ánimo, que me liberaban de temor y que me acompañan en el momento de Dios.
Un texto de memoria que debería convertirse en un texto de restauración.
Leer la Biblia requiere abrir el corazón, ser vulnerables y dejar que Dios opere como lo hace un cirujano. La Biblia no solo nos confronta sino también nos libera al mirar que Dios lo hizo en miles de personas a través de la historia.