Tengo dos hijos a quienes amo con todo mi corazón. Con ellos aprendo día a día cosas de mí (buenas y malas) que no conocía. Hay momentos cuando el cansancio por las tareas de la casa, el trabajo y los estudios (porque también estudio) me abruman y me hacen reaccionar de maneras que no son saludables para esas personitas que me dicen “mamá”.

 

Son esos tiempos cuando mi mente llega a creer que no soy una buena madre. Yo sé que me entiendes o quizá no… pero tengo que reconocer que hay momentos cuando la dulzura no es lo que desborda de mis labios, y cuando eso pasa, tengo que hacer un ALTO para no ser la causante de dolores profundos en los corazones de mis hijos.

 

El cansancio es bueno, creo yo, porque nos recuerda que estamos usando nuestra vida para servir a los demás, empezando por nuestra familia, pero cuando el cansancio nos hace mujeres hirientes, groseras y malhumoradas, provocamos dolor a nuestros hijos, y es allí, cuando es tiempo de parar y buscar un respiro. Cuando no descansamos lo suficiente somos mucho más susceptibles a irritarnos por cosas pequeñas que lastiman los corazones de nuestros preciosos retoños.

 

Mis hijos son regalos maravillosos que Dios me dio para darles todo mi amor, y por ese amor, debo buscar de manera intencional descansar. Alguien dijo: “A veces, lo más espiritual que puede hacer una mamá es descansar”.

 

Si estás muy “enojona” últimamente con tus hijos, es tiempo de descansar. No necesitas días, quizás con un par de horas junto a buenas amigas con una taza de café o estar en tu curato con un buen libro sea suficiente para recargar baterías.

 

Verónica Saavedra

Radio HCJB