¿Cómo puedo cumplir la voluntad de Dios? ¿Qué significa cuando no tenemos las fuerzas para continuar firmes ante la tentación? ¿Qué pasa si mi corazón desea lo malo, aunque quiero obedecer a Dios?
En la carta a los Filipenses Pablo dice que así como Cristo fue obediente hasta entregar su vida y morir por nuestros pecados, nosotros debemos obedecer también la voluntad de Dios. Pero, nosotros no somos Jesús, no somos perfectos. Entonces ¿cómo podemos obedecer perfectamente a Dios?
La clave está Filipenses 2:13 donde dice que “Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad”.
No quiero
Lo primero que menciona Pablo en esta frase es que Dios pone en nosotros el “querer”. Esto implica, obviamente, que en nosotros no está el querer hacer lo bueno. La naturaleza humana tiene la tendencia hacia lo malo, nuestro corazón desea el mal. En Romanos 1, Pablo habla de las “pasiones vergonzosas” de la humanidad. Jeremías 17 dice que el corazón de las personas es engañoso y perverso. Parecería ser que nuestra condición caída nos hace anhelar únicamente la maldad.
Nunca alguien ha tenido que enseñarle a sus hijos a mentir o a ser egoístas, es parte de nuestra naturaleza. Sin embargo, para hacer lo bueno es necesario instrucción y corrección constante. No somos personas con la tendencia de hacer el bien. Necesitamos que Dios haga la obra en nuestro corazón y cambie esa naturaleza que tiene el deseo del mal, por una nueva naturaleza que desea hacer el bien.
Si hay momentos en tu vida donde te siente más atraído/a por el mal que por el bien. Es normal, pero necesitas depender de Dios. Pídele que obre en tu corazón y cambie los deseos de tu corazón, para que la tentación no tenga tanto poder en ti y puedas desear más lo bueno que lo malo.
No puedo
El siguiente punto de Pablo es muy interesante también. Hemos hablado del deseo de nuestro corazón por las cosas de Dios. Si tenemos el deseo, la pregunta siguiente es ¿cómo puedo hacerlo? La respuesta es simple: ¡No puedes!
Tú no puedes por tus propias fuerzas esforzarte lo suficiente para hacer el bien. No puedes “tratar” lo suficiente, para conquistar tu condición pecaminosa. Salmos 14 y 53 dicen “no hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno”. Por la misma razón de antes, todos somos llevados continuamente al mal y no tenemos la capacidad de hacer verdaderamente el bien, nuestros corazones perversos solo saben hacer el mal.
Pablo dice que Dios pone en nosotros tanto el deseo como la capacidad de hacer el bien y cumplir la voluntad de Dios. En su carta a los Gálatas, Pablo dice “Ahora ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí.” (Gal 2:20a). El apóstol reconoce que su cuerpo y su corazón solo pueden hacer maldad, entonces la respuesta es: no lo hago yo, sino pido que Cristo lo haga en mí. En Romanos Pablo también habla de su lucha con la carne diciendo “pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico.” Y termina en una gran expresión de desespero: “¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte?”
¿Cuántas veces has sentido lo mismo que Pablo? ¿Cuántas veces has querido hacer el bien, pero resultas haciendo lo malo? Yo sé que a mí me pasa más a menudo de lo que quisiera admitir. Pero Pablo tiene unas palabras de esperanza al final del pasaje de Romanos:
“Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.”
La respuesta no es “tratar” más. La respuesta no es “esforzarme” más. La respuesta es: Depender de Dios y dejar que Cristo lo haga en mí.
Hacer lo bueno
La última parte de esta declaración de Pablo nos instruye el propósito de este “querer y hacer”.
Dice que es para cumplir la voluntad de Dios. Esto es para hacer el bien. Dios nunca pone en tu corazón hacer algo necio o algo malo para ti. Dios no pone en tu corazón optar por el pecado o tomar malas decisiones, eso lo hacemos nosotros por nuestra propia cuenta. Ya hablamos bastante de lo mala que es la condición humana. Esta es la que nos lleva continuamente al pecado y hacer las cosas de maldad.
Nuevamente en el libro de Romanos, Pablo habla sobre cómo debemos transformar nuestra vida:
Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto. Romanos 12:2
¿Viste lo que dice que es la voluntad de Dios? Es buena, aceptable y perfecta. Es verdad que la voluntad de Dios es diferente a la nuestra y a veces pude parecer que no es tan buena para nosotros. A veces la voluntad buena de Dios incluye un poco de dolor en nuestra vida. Esteban, el diácono, cumplió la voluntad de Dios y su recompensa fue una fea muerte siendo apedreado. Cristo cumplió la voluntad de Dios y fue crucificado.
Pero hay algo que nunca hará la voluntad de Dios: nunca nos llevará al pecado y la necedad.
No siempre es fácil cumplir la voluntad de Dios. Pero sabemos que Dios nunca nos tentará, como dice en Santiago: “Cuando alguien tenga una tentación, no diga que es tentado por Dios, pues a Dios no lo tienta la maldad ni tampoco Él tienta a nadie.” Dios no pone el querer y el hacer en tu corazón por algo que te lleve a malas decisiones y pecado.
Pide a Dios que ponga en tu corazón Su voluntad. Pídele que te ayude a entender Su voluntad incluso cuando no es como tu quieres que sea. Pide a Dios que Su buena voluntad se cumpla en tu corazón.
Depende completamente de Dios y pídele que ponga en ti tanto el querer como el hacer para la buena y perfecta voluntad de Dios, y Él lo hará.
ESCRITO POR: Bryan Rubio