“¡Él es un tirano!” Le susurré ferozmente a mi amiga vecina. “Él nunca admite cuando está equivocado.” Estábamos sentadas en el patio de mi casa, donde había venido a llorar después de una discusión con mi papá. Ni siquiera recuerdo sobre qué peleamos, pero me acuerdo que mi papá claramente se había equivocado y nunca lo confesaría. Tenía yo tan sólo ocho años y no entendía que mi papá – quién me mostró mucho amor en otras áreas – vino de una generación que creía que los padres siempre tenían la razón y no podían pedir disculpas porque socavaría su autoridad.
Avancé rápido hasta hoy a una discusión reciente con mi esposo. En un momento de gentil franqueza me preguntó, “¿Te das cuenta que casi siempre tienes la razón y te cuesta mucho pedir perdón?” ¡Cómo la verdad duele! Pero como dice Proverbios 27:6, “Más confiable es el amigo que hiere que el enemigo que besa.” Empecé a reflexionar sobre mi lucha con pedir perdón. Aunque reconozco que tengo completa responsabilidad por mis acciones, también lamento la falta de un modelo paternal de como pedir perdón. No culpo a mi padre por mis fallas. Él hizo el mejor que pudiera y me crio para amar a Dios y amar a la gente. Pero cuando pienso en mis propios hijos y el legado que les quiero dar, sé que modelar como pedir perdón debe ser parte de mi ejemplo.
Mi esposo es una persona humilde y siempre listo para pedir perdón cuando la ocasión lo requiere. Estoy aprendiendo mucho de su ejemplo y mi anhelo es que nuestros hijos aprendan del ejemplo de nosotros dos. Lo lindo es que cuando pedimos perdón a nuestros hijos por nuestras fallas, se abren más las vías de comunicación entre nosotros. Los corazones de nuestros hijos se ponen más tiernos hacia nosotros y se sienten más seguros porque saben que en nuestra casa, podemos cometer errores y confesarlos y seguir en relación.
Seamos honestos, en el transcurso de la vida todos vamos a equivocarnos. A pesar de nuestro deseo de que nuestros hijos nunca cometan errores, inevitablemente se equivocan. ¿Cómo se recuperarán de sus errores, si nunca nos han visto modelar cómo hacerlo? ¿Cómo aprenderán la habilidad esencial de pedir perdón si no les hacemos un modelo del proceso de reconciliación? Qué alivio les dará saber que hay manera de hacer enmiendas y seguir adelante.
Una palabra final para los padres que, como yo, a veces luchan con humillarse para pedir perdón a un niño. Somos los destinatarios del perdón más extravagante y lleno de amor que el mundo jamás ha visto: el perdón que Jesucristo nos extendió en la cruz. ¿Cómo no podemos pedir perdón a nuestros hijos por nuestros errores, cuando caminamos diariamente en la gracia inmerecida del perdón de Dios? Hoy es el día para darles a sus hijos la oportunidad de vivir Efesios 4:32, “Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.”
Beth Saavedra
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