Nuestros hijos son nuestros tesoros preciados y deseamos nunca exponerlos a las dificultades en la vida. Pero inevitablemente llega el momento en que enfrentan dificultades, ya sean problemas de salud, desafíos escolares u otras luchas, y nos toca defenderlos y abogar por ellos. ¿Cómo podemos hacerlo de manera que realmente les ayude? Ten en cuenta los siguientes consejos, mamá guerrera.
Mamá, eres tú la experta en cuanto a la vida de tu hijo. No eres ignorante o incapaz tan solo por no conocer los términos de los pedagogos o médicos. Esos profesionales tienen su campo de especialización y tú tienes la tuya: la personalidad de tu propio hijo. No dejes que las opiniones de los profesionales te intimiden. Si tus instintos te dicen que algún consejo no es apropiado para tu hijo, tienes todo el derecho de buscar otra opinión.
Mamá, mantén la calma. Reconoce que la mayoría de los profesores o médicos genuinamente desean y trabajan por el bien de su hijo, aun si no estás de acuerdo con los métodos. Una actitud enojada y combativa puede provocar un cortocircuito en los intentos de encontrar una solución al problema que enfrenta su hijo. En lugar de ver a otros adultos como oponentes, recuerda que ellos están para ayudar. Para manejar emociones intensas (que pueden llevarte a olvidar preguntas claves o terminar en argumentos improductivos), haz una lista que puedes traer a una reunión, incluidos todos los puntos que deseas abordar. También puedes traer contigo otro miembro de la familia o amiga de confianza para ayudar a mantenerte en el punto.
Mamá, incluye a tu hijo, para que aprenda a abogarse para sí mismo. Si hacemos todo por nuestros hijos y no permitimos que luchan sus propias batallas, estamos incapacitándolos, en lugar de equiparlos. Por esa razón, asegurémonos de incluir a nuestros niños en su propia defensa, informándoles de los pasos que estamos tomando en su nombre y dándoles la responsabilidad de los pasos que pueden tomar por sí mismos (en un nivel apropiado para su desarrollo). Se sentirán más seguros cuando tengan una agencia en sus propias luchas, y eso les otorgará el don del crecimiento.
Nuestro objetivo final no puede ser proteger a nuestros hijos de toda tormenta, sino entrenarlos a navegar las tormentas, incluso cuando no estemos a su lado. Seamos ejemplos para ellos de madres fuertes y valientes, que luchan por protegerlos y capacitarlos. Así verán el amor profundo que llevamos por ellos, los preciosos hijos que Dios nos ha encomendado.
Beth Saavedra
vinaquito.com