Hechos 9:26 “Cuando Saulo llegó a Jerusalén, trató de reunirse con los creyentes, pero todos le tenían miedo. ¡No creían que de verdad se había convertido en un creyente!”
Las relaciones importantes requieren fe. Cuando decimos «sí, acepto» en una boda o cuando recibimos a un hijo, confiamos en que Dios tiene el control, pues no sabemos cómo serán esas personas en 20 años. De igual manera, en la amistad, debemos aprender a tener fe y permitir que Dios obre en nuestras relaciones.
Bernabé, seguidor de Jesús, creyó que Dios prosperaría su amistad con alguien que no era nada menos que un exasesino. Así, entabló una relación con el apóstol Pablo, a quien otros evitaban por su pasado. Aunque Pablo era conocido como un perseguidor, Bernabé confió en que Jesús transformaría su vida. No dudó en mostrarse amigo y permitió que Dios obrara en esa relación.
La amistad es un acto de fe. Acerquémonos a otros sin miedo al rechazo. No siempre veremos resultados inmediatos, pero Dios actúa en nosotros, superando el temor, y obra en los demás para recibirnos con gracia. ¡Anímate, da el paso de fe y observa cómo Dios hace milagros!