Quizá hayas pensando esto más de una vez “¡Qué difícil es ser mujer, súper difícil ser esposa y casi imposible ser mamá!”
¿Recuerdas la recta numérica? Números positivos hacia un lado y números negativos hacia el otro. Muchas veces estamos en el lado positivo y negativo de la misma, con un pensamiento que permanece en nuestra mente por días enteros: “Soy demasiado…”. Demasiado buena o demasiado mala.
Tendemos a juzgar todo lo que hacemos y somos muy duras en medir o calificar nuestro rol de esposas y madres. Buscamos la perfección en las actividades que hacemos para garantizar que todo en el hogar se desarrolle con un ritmo constante. Nos frustramos fácilmente cuando algo nos sale mal o si está fuera de lo que hemos pensado. Nos estresamos y muchas veces desahogamos estas fallas en nuestros hijos.
No permitas que la inseguridad y el miedo te roben el momento que estás viviendo con tus hijos; debemos mirar nuestro corazón. La Biblia es clara en Proverbios 4:23 RVC
“Cuida tu corazón más que otra cosa, porque él es la fuente de la vida”.
Porque es en tu interior donde Dios comienza a obrar, es ahí donde siembra esa semilla para desarrollar una influencia eterna que impacta la vida de nuestros preciosos hijos.
Permite que tu corazón sea el lugar donde Dios pueda trabajar de manera libre; cede a Sus planes y propósitos todo lo que has planeado, deja que te guíe a cumplir Su voluntad de una manera firme y segura. No importa el esfuerzo o las dificultades que tengas que atravesar en este precioso camino de la maternidad. Todo lo que hagas, nunca será en vano delante de Dios. Confía en Él, tus hijos necesitan una mamá segura de sí misma.
¿Te has preguntado cómo puedes dejar la queja y la preocupación de lado y comenzar a disfrutar de la vida que tienes? Acepta lo que eres delante de Dios, esa mujer que puede lograr sus metas, dejando sus preocupaciones delante del Señor y confiando en su fortaleza para sacar adelante a la hermosa familia que nos dio.
MDC/ag