Cuando te miras al espejo y notas cambios en tu rostro, debes saber que se debe a los hábitos que tienes. La dieta que seguimos y cómo cuidamos el cuerpo por dentro, no solo por fuera, provoca que nuestro aspecto sea uno u otro.
La piel se nutre de los alimentos y bebidas que ingerimos, y el agua es la causante de mantener la hidratación. Por ello, además de ser recomendable beber al menos dos litros de agua al día para el buen funcionamiento del organismo, también lo es para mantener una piel tersa y joven.
El agua rejuvenece la piel, lucha contra el envejecimiento y contribuye a ralentizar los signos de la edad. Las temidas arrugas y líneas de expresión llegan a nuestro rostro cuando el colágeno, la elastina y el ácido hialurónico no están presentes en los niveles adecuados.
Sobre todo, este último se encarga de retener el agua en los tejidos y la piel para poder mantener la juventud de la misma. Retiene el agua en la dermis manteniendo la humedad, lo que ofrece a la piel elasticidad y luminosidad, evitando que se seque. Esto previene las arrugas y retrasa otros signos del envejecimiento al lubricar las capas de la dermis.
Tomar agua rejuvenece la piel y la desintoxica, manteniéndola fuerte frente a la contaminación o el maquillaje, que pueden secarla, irritarla y deshidratarla. Además de tener una rutina de limpieza y cuidados faciales, es necesario darle vida a nuestra piel desde dentro, aportándole todos los nutrientes que necesita.