Hace años sostuve una conversación con un amigo, recuerdo que le pregunté, tú ¿por qué oras, lees la Biblia, vas a la iglesia?. Él me contestó ‘porque quiero que Dios me bendiga y me vaya bien’. Así como mi amigo muchas personas coinciden en su criterio pero quizás no han tenido la oportunidad de que la motivación de su corazón sea expuesta.

He escuchado frases como: ¿por qué me pasa todo esto si yo diezmo, ofrendo, me congrego, oro, leo la Biblia, hago trabajo social? ¿por qué me roban si diezmo? ¿por qué estoy enferm@ si soy fiel al Señor? A cuenta de que hacen lo que deben hacer, esperan compensación, A NADIE SE LO PREMIA POR HACER LO QUE SE SUPONE QUE DEBA HACER. No recibes un diploma por respetar las señales de tránsito. Existe una concepción errónea de una especie de trueque o intercambio, como si pudieras negociar con el Señor. Realizo actos piadosos y así Dios me bendice y me da lo que deseo.

Les es más fácil arrebatar, antes que preguntarle al Señor si es Su voluntad y están convencidos de que van a obtener lo que desean y cuando no lo consiguen sus corazones se llena de resentimiento, de amargura, alzan su puño contra Dios y muchos incluso llegan a apartan de Él.

Este hecho me entristece mucho porque vemos cada vez personas que no han sido expuestas al evangelio verdadero, el evangelio de la salvación, donde CRISTO ES EL PREMIO MÁS GRANDE, quien con Su vida, muerte y resurección nos reconcilió con el Padre y nos da acceso a Su presencia, HEMOS SIDO PERDONADOS y eso es lo más grande que pudiéramos atesorar.

JUSTIFICADOS pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo: Por el cual también tenemos entrada por la fe á esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Romanos 5:1-2

Amados hermanos, DIOS NO ES EL GENIO DE LA LÁMPARA, Él no está obligado a cumplir todos nuestros deseos, ni a recompensarnos por hacer lo que nos ha mandado a hacer, en Su soberanía decide qué nos da y qué no. Dios es soberano e infinito, y nosotros seres finitos no podemos ponernos al nivel de Él y tratar de escrutar Su pensamiento para entender.

Porque Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes,
Ni sus caminos son Mis caminos», declara el SEÑOR.
«Porque como los cielos son más altos que la tierra,
Así Mis caminos son más altos que sus caminos,
Y Mis pensamientos más que sus pensamientos.
Isaías 55:8-9

DIOS NO NOS DEBE NADA y todo lo que tenemos lo hemos obtenido no porque lo merezcamos sino por gracia, gracia abundante que nos ha atraído a la reconciliación. Nuestra motivación para buscar agradar al Señor no debe ser obtener algo a cambio, sino SERLE FIEL A AQUEL QUE NOS CREÓ Y ES DUEÑO DE TODO.

En el libro “Nadie como Él” de Jen Wilkin menciona la siguiente frase:

“Dios hace lo que desea. Es completamente libre para actuar conforme a lo que decreta. No requiere permiso de nadie. Como no necesita nada de nadie, conoce todo, está presente en todo lugar, y tiene todo el poder, no existe nadie que pueda superar o desafiar Sus planes. Su infinitud en cada área muestra Su soberanía sobre todas las cosas. Nada puede estorbarlo, obligarlo o detenerlo. Puede hacer lo que le plazca siempre, en todo lugar, eternamente.”

Sé que muchas veces es difícil aceptar la voluntad del Señor, sobre todo cuando te incomoda y te causa dolor, no es fácil recibir un NO por respuesta pero si tenemos nuestra confianza puesta en el Señor PODEMOS CONFIAR en que incluso ese dolor lo usará para bien. En esta vida siempre tendremos deseos insatisfechos que en vez de desmotivarnos deben llevarnos a anhelar algo mejor en la eternidad frente a nuestro Padre celestial (parafraseado de Nancy DeMoss Wolgemuth)

Tuya es, oh SEÑOR, la grandeza y el poder y la gloria y la victoria y la majestad, en verdad, todo lo que hay en los cielos y en la tierra; Tuyo es el dominio, oh SEÑOR, y te exaltas como soberano sobre todo. De Ti proceden la riqueza y el honor; Tú reinas sobre todo y en Tu mano están el poder y la fortaleza, y en Tu mano está engrandecer y fortalecer a todos.
1 Crónicas 29:11-12

Mi deseo es que a partir de este momento, al pedirle algo a Dios lo hagas con una actitud de humildad, preguntándole si es Su voluntad y con la disposición de recibir la respuesta que te dé, sea cual sea. Te advierto que muchas veces te frustrarás, llorarás, te enojarás, permite que estos sentimientos expongan tu corazón impuro, vil, egoísta, sediento de transformación y te muestren tu necesidad y dependencia de ÉL. Confía que la buena obra que ha empezado en ti, la continuará.