Sé que ya cumplieron su labor, mis hermanos y yo somos el producto del esfuerzo de toda una vida, aquella que Uds. entregaron por nosotros.
Ahora comprendo aquella frase de: “Cría a tus hijos y sabrás cuánto le debes a tus padres”. Es increíble la labor que esto conlleva, hoy lo entiendo.
Les doy gracias, por todo el amor que han extendido hacia mi vida, y la de mis hijos. El trabajo y las responsabilidades que me invaden, no me permiten compartir con ellos todo lo que quisiera, y aunque a veces me aterra perderme momentos que no volverán, le doy tantas gracias al cielo, porque sé que en ese mismo momento en donde yo suspiro y los extraño, ellos están envueltos en brazos de amor incansable y cuidado infinito; están con Uds. y eso, me cura el alma.
Gracias por dedicarles tiempo, afecto, recursos y por amarlos con la misma intensidad que yo. Gracias porque con Uds. se sienten seguros y se han ganado sus corazones a punto de besos y entrega total. Valoro todo lo que les enseñan, sus experiencias, sus historias, sus recetas. Por las tardes de andar en bici, por las películas y canciones que se aprendieron en sus infinitos momentos entre abuelos y nietos, gracias, porque, aunque sé que a veces están cansados, siempre sus brazos demuestran lo contrario.
Me apresuro cuando llego del trabajo para recogerlos y no abusar de su corazón, y aún allí, Uds. me reciben con un beso cálido, un plato caliente y una sonrisa en su rostro.
Uds. son sus abuelos, y me faltará vida para agradecerles por cuidar de lo más valioso que tengo en esta vida…aunque quizá ahora entiendo porque lo hacen; porque ellos son la extensión de la mía.
De corazón, muchas gracias por todo.
Los amo.