Nehemías estaba muy angustiado. No era la actividad del mercado lo que le molestaba, ni siquiera la ubicación de este a la entrada de la ciudad. Era el día en el que la gente estaba comprando y vendiendo en el mercado. Qué irónico que el pueblo de Dios estaba recurriendo a estrategias seculares para su supervivencia, cuando la provisión de Dios en esa era, era obvia. El mercado estaba abierto para negocios en el día de reposo y por ello, Nehemías estaba horrorizado (Neh. 13: 15-22).

Nehemías no era anti-obrero o anti-empresario. Más bien, entendió una verdad fundamental del Dios Creador:

Dios es el proveedor de todas las cosas

Debemos esforzarnos en nuestro trabajo, pero finalmente es Dios quien provee. Es tan fácil olvidar esto. Necesitamos hacer una pausa con regularidad y reenfocarnos en el Dios de todos los recursos.

El Día de Descanso fue establecido en el Antiguo Testamento como un recordatorio que sólo Dios puede satisfacer plenamente nuestras necesidades. Pudiera parecer lógico pensar que mientras más trabajo, hay más provisión. Creer que no soy autosuficiente resulta contra-intuitivo. Sin embargo, la Escritura es clara cuando dice: “Reconoce y considera seriamente hoy que el Señor es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y que no hay otro”.  (Dt. 4:39).

Debido a que la Ley ha sido cumplida por Jesús, ya no tenemos un día o días en particular que consideremos como «Día de Reposo» (Rom. 14:4-9). Sin embargo, es importante detenerse y recordar la naturaleza y el carácter de Dios, su fidelidad, cuidado, provisión. Esto nos ayuda a enfocar nuestra perspectiva en Él, nutre nuestra gratitud, nos humilla. No es de extrañarnos que el Salmista nos animara a: «Estar quietos y saber que yo soy Dios» (Sal. 46:10).