La Manta de la Reconciliación

La Manta de la Reconciliación

Años atrás, una costumbre del pueblo Canadiense era vestir de mantas o colchas de diversos colores el suelo de un auditorio.  Cada manta representaba el territorio canadiense.  Las personas que estaban presentes se ponían en pie sobre cada una de ellas mientras escuchaban aspectos de la historia que no están contempladas en la educación pública del Canadá.  Este ejercicio tenía una doble función.  Entrar en un viaje a través de la historia que hasta ese momento había estado oculto para el pueblo Canadiense y nuevos inmigrantes. Pero también tenía el significado de sanidad y reconciliación frente a los traumas producidos entre los europeos y los pueblos indígenas del Canadá.

Esta costumbre ancestral se revivió e implementó hace más de 20 años como resultado de los conflictos que se dieron entre los pueblos indígenas del Canadá y el gobierno del mismo. A raíz de las crisis, una de las recomendaciones fue iniciar un proceso de educación pública basada desde una perspectiva indígena.  Es así como surgió la conocida Comisión para la Verdad y la Reconciliación.

La reconciliación sólo puede ocurrir allí donde ha pasado algo malo. Cada conflicto, por grave que sea, puede también ser el comienzo de un proceso de reconciliación, como fue el caso de Canadá. Recordemos que reconciliar hace mención a dejar atrás una pelea o un enfrentamiento, retomando una amistad u otro vínculo que se encontraba interrumpido por una desavenencia.

 

El mayor conflicto del ser humano: la enemistad con Dios. Para terminar con esto, Dios formó una comisión de Reconciliación por así decirlo, conformada por un solo representante, Su Hijo.

Jesucristo, tuvo que llegar a este mundo para reconciliar a la humanidad con Dios.

El apóstol Pablo lo dice su la carta dirigida a los Colosenses: “Ustedes en otro tiempo estaban lejos de Dios. Eran sus enemigos, separados de él por sus malos pensamientos y acciones; pero ahora él los reconcilió consigo mediante la muerte de Cristo en su cuerpo físico. Como resultado, los ha trasladado a su propia presencia, y ahora ustedes son santos, libres de culpa y pueden presentarse delante de él sin ninguna falta.”.

Por lo tanto sí puede haber reconciliación entre Dios y los hombres, nada es imposible.

John Varela

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