Por Martha Claudia Mosquera
Por los cambios acelerados que se están viviendo en esta generación, es urgente informarnos y hablar con nuestros hijos sobre los ataques que está teniendo el diseño de la familia como Dios la constituyo. Mostrarles que en el corazón de Dios es tan perfecto este diseño, que aun Jesucristo nació en el seno de una familia, Dios confió en José y María para prepararlo para una obra gloriosa, nuestra salvación.
Debemos entrenar a nuestros hijos que están expuestos a una información diferente con respecto a temas como sexualidad, matrimonio y familia. No basta con levantar la voz hay que enseñarles que desde el Génesis Dios creó la familia como el lugar más seguro y confiable donde los niños crecerían y serían preparados para convertirse en hombres y mujeres maduros para cumplir una misión de vida donde encontrarán la plenitud al vivir el propósito de Dios.
En la intimidad del hogar, enseñemos el amor de Dios por cada persona, un amor tan profundo que como padre quiere lo mejor para su creación, tanto que Jesús nació para revelarnos el corazón paternal de Dios, y enseñarnos como vivir estableciendo sus principios.
El corazón del hombre se ha endurecido de tal manera que han negado la existencia de Dios al creerse más sabios que El y quebrantar su diseño. Dios nos creó hombres y mujeres para complementarnos y juntos reflejar su carácter y tener descendencia para que lo amen y vivan como familia. Somos seres sexuados y expresamos nuestra sexualidad desde que nacemos y poco a poco identificamos nuestro rol con la convivencia diaria de la familia. Incluso desde el momento de la concepción ya está definido el sexo de cada bebé y aunque pasen siglos, al estudiar los huesos en la arqueología, se puede saber si estos, pertenecían a un hombre o a una mujer, pues la sexualidad es parte de lo que define al ser humano.
Al olvidar el compromiso de vida que involucra un matrimonio y la familia se han lastimado generaciones por la ausencia de padre o madre, la prisa del consumismo, un ataque constante a lo largo de medios de comunicación y un libertinaje cada vez más desmedido, ha provocado tal confusión que en la actualidad se quiere imponer nuevos modelos de familia, donde se distorsiona el diseño original. Cuando una persona no tiene definida su identidad integral; es decir, considerando la identidad familiar, sexual, nacional y de hijo de Dios, no podrá cumplir su propósito.
Como sociedad poco a poco bajamos los parámetros de principios de vida y valores medulares, ya que es imposible educar en valores sin modelarlos en el diario vivir, nos hemos acostumbrado que por que algo se hizo común, es normal, y hay que aceptarlo. Debemos regresar al fundamento de vivir el diseño de Dios, hablar claramente y educar a nuestros hijos en la sexualidad, incluyendo los valores que anhelamos que vivan y llevarlos a tomar decisiones responsables, con el equilibrio de no señalar a quienes piensan diferente, sino orar por ellos y mostrarles con nuestra vida que la definición original de familia ha prevalecido en milenios. Llevarlos a aceptar su rol de hombre o mujer, porque tienen un propósito glorioso. Es tiempo de vivir Deuteronomio 6:4-6, Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;
Y ser nosotros quienes eduquen a nuestros hijos, seamos padres comprometidos y vivamos lo que enseñamos.