Si alguna vez te has apartado de Dios, le has fallado, o te sientes lejos de Él, este mensaje es para ti…
Desde el momento en que conocemos a Dios, comienza a escribirse una nueva historia, encontramos agradables momentos, como también difíciles. Pero muchas veces nos toma por sorpresa una caída. Pensamos que al conocer a Dios de manera tan real y al enamorarnos de Él no podríamos fallarle. Pero sucede, y a través de la caída, Dios trata con nosotros de algunas maneras.
- Al enseñarnos una debilidad de nuestro corazón
Aquello en lo que hemos fallado, es el resultado de un problema en nuestro carácter, emociones, o en alguna área que habíamos descuidado. Ahora, podemos identificar este problema con precisión. También puede ser que ya conocíamos nuestra debilidad, pero estábamos tratando de solucionar el problema con nuestra fuerza.
Nosotros no tenemos el poder para vencer ninguna debilidad. Dios no nos envía solos a enfrentar nuestros problemas. Nuestra debilidad es el arma perfecta que Dios utiliza para catapultarnos y enseñarnos a depender totalmente de su mano. “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” 2 Corintios 12:9
- A que ayudemos a otros con el mismo problema
A veces nos centramos tanto en nuestra falla y en nuestro dolor hasta el punto de estancarnos. Permitimos que nuestra caída paralice nuestros sueños, y enfríe nuestro amor por Dios. Dejamos de notar las dificultades de los demás y no creemos que nuestro pasado pueda ser la solución que alguien necesita para salir adelante. Es la voluntad de Dios que recibamos gratuitamente lo que requerimos para vencer y así nos capacita para dar a los demás la misma gracia.
- A conocernos mejor, y amarnos en nuestra virtudes y defectos
La vida cristiana es un proceso cuyo ideal es ser más como Jesús. Al caminar y fallar tendemos a ver más nuestros defectos que nuestras virtudes. Aceptamos una imagen errónea de nosotros mismos. Nos vemos a través del espejo de la culpabilidad, o también del otro extremo que es la victimización. Uno de los aspectos más complejos es buscar el equilibrio, donde acepto mi parte de responsabilidad en mi caída sin condenarme, ni tampoco dar toda la culpa a algo externo y hacerme la víctima de mi situación.
Una caída nos lleva a amar más a Jesús, y amarnos más a nosotros mismos porque aprendemos el valor y significado de la palabra perdón. Aprendemos a recibir el perdón de Dios, y también a perdonarnos.
Dios no se escandaliza con nuestro pecado, su amor no cambia por nuestros errores, no hay nada que podamos hacer para que Él nos ame más, o nos ame menos. Pero sí espera algo de nosotros y es que no nos dejemos vencer, sino que nos levantemos.
“Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse…” Proverbios 24:16
ESCRITO POR: Salomé Añazco