Esa es una pregunta muy sencilla y muy fuerte. Me la hice esta semana.
Soy una persona que sueña mucho, muchísimo. Siempre estoy pensando ideas de negocio, para el ministerio, para mi familia, de manualidades, para las redes sociales… y mucho más. Me gusta soñar, imaginar, pensar cómo podría hacer algo diferente, pero esta semana me di cuenta que a veces paso más tiempo imaginando lo que quisiera hacer en lugar de hacer lo que debo.
A veces paso más tiempo imaginando lo que quisiera hacer en lugar de hacer lo que debo.
- Define tus responsabilidades y prioridades. Haz una lista de aquellas responsabilidades y actividades que son tu responsabilidad y asígnales un valor de prioridad. Por ejemplo, trabajar es importante, pero no es más importante que tu familia. Tu primera responsabilidad es pasar tiempo con los tuyos y la segunda es dedicar tiempo a generar tus ingresos
- ¿Qué tan importante es y qué tan urgente es? Hay cosas que no son importantes, pero sí son urgentes, por ejemplo sacar la basura. Puede que no sea algo que está en tu lista de prioridades, aún así hay que hacer lo que debes hacer.
- Aprende a delegar. Descansa en otros aunque creas que tú lo puedes hacer mejor. Probablemente no salgan las cosas como quieres, pero otros aprenderán a hacer algo mejor, tú descansarás más y podrás dedicarte a lo que sí debes hacer.
- Aprende a renunciar y a decir no. Como he dicho en otras ocasiones, no eres el mesías ni el salvador del mundo. Aprende a decir «No puedo» o «prefiero no hacerlo». Quizá la gente se enoje, pero complacer a todos es el camino hacia el fracaso y la ansiedad.
- Sé inteligente y rodéate de gente inteligente. Antes pensaba que debo saber todo, ahora sé que no es así. Una persona inteligente no es aquella que conoce todo, sabe todo, hace todo, sino aquella que se rodea de quienes hacen bien algo. Yo no soy bueno en todo y me va mejor cuando confío en otra persona para algo que no sé hacer bien. ¡Pilas!