Hoy me atrevo a dirigirte este mensaje, para que conozcas la razón de mis acciones y puedas entenderme un poco.
Sé que has sufrido mucho por mi causa, y que he tomado decisiones que no llegaste a comprender en su momento, porque te hicieron pasar por grandes malestares, pero quiero que entiendas que lo que hice fue por tu bien, aunque aún no lo creas. Todo lo que he hecho ha sido pensando en ti.
Quiero que sepas que eres un orgullo para mí. Después de todo lo que has pasado sigues entero, latiendo. Aunque aún te sientas decaído, recordando lo sufrido, puedo sentir que eres fuerte y sé que al final estarás bien. Sé que, pese a todas las calamidades que has tenido que experimentar, también recuerdas los buenos momentos de alegría, de ilusión y de expectativas. Has reído y has llorado, y tienes que entender que de eso se trata la vida, de altas y bajas.
Créeme que sé muy bien por lo que estás pasando. Quizá desearías pertenecer a otra persona, una más racional, de esas que se comportan fríamente y abandonan todo sentimentalismo, protegiendo sus corazones como una coraza impenetrable. Pero te tocó estar en mí, una persona pasional, que se abre de par en par cuando se entrega, que sufre y llora cuando le va mal. Bien sabes que he intentado ser ese tipo de persona insensible e indiferente, pero simplemente no me sale, no soy así.
No obstante, puedo asegurarte que todo lo que has tenido que soportar a mi lado te ha hecho más fuerte y más valiente. Has ido madurando y aprendiendo a superar situaciones difíciles y complejas, tanto que ahora, con todo y lo que sufres, no estás derrotado, sino que sigues firme y en pie de lucha. ¡Qué orgullosa estoy de ti! Hoy celebro y reconozco tu valor, tu nobleza, tu dignidad y tu capacidad para levantarte aún ante las peores desgracias.
Te agradezco que aún creas en el amor y que sigas siendo para mí una fuente de emociones hermosas e indescriptibles. Te agradezco que aún te cautive un poema, que te emocione una buena película o que te llene de alegría una buena noticia. Te agradezco por luchar por lo que quieres, por ser honesto y franco en todo momento, y por nunca renunciar. Gracias por NO permitir que te pusiera una armadura de hierro para protegerte, pues sabes que eso significaría renunciar a todo lo bello que es sentir, aun con los momentos de sufrimiento que eso conlleva.
Hoy, pequeño gran corazón, te quiero expresar mi admiración y mi respeto. Sé que aún estás convaleciente, pero pronto te recuperarás, como ya lo has hecho antes. Por mi parte, me comprometo a cuidar mejor de ti y a ser más sabia en mis acciones y en mis elecciones. Ambos sabemos que nos tenemos el uno al otro y que así será hasta el final de nuestros días. También sabemos que merecemos felicidad y que la llegaremos a encontrar.
Tenemos una gran esperanza, sabemos que de la mano de nuestro buen Jesús, toda herida sanará; nos haremos más sabios, justos y buenos.
Así que, mi querido corazón, ¡ha llegado la hora de levantarse, sacudirse el polvo y seguir a paso firme como siempre!
Sé que juntos podremos lograrlo.
Atte. Tu gran amor, Yo.
Tomado y adaptado de: Sermejorpersona/web