Uno de mis mayores errores es dejar cosas pendientes y no resolverlas nunca. Miro la tarea pendiente y me convenzo que mañana lo haré, que después lo haré, que en un ratito lo haré, que no es algo urgente, que resolver pendientes no es prioridad.

A medida que pasa el tiempo, los pendientes no resueltos no solo se acumulan, sino que también desgastan. El día a día tiene su propio afán, como diría Jesús. Si los pendientes del día a día se suman a los anteriores, nuestra vida se carga, tu mente se fragmenta porque debes pensar en varias cosas a la vez.

Quizá tu pensamiento es «Jimmy, los pendientes que tengo son pequeños, ni se notan». Si te acostumbras a postergar, eso se convertirá en un hábito. Lo digo por experiencia. Pagos bancarios, deberes universitarios, reuniones de trabajo, encuentros con amigos, proyectos, metas académicas, procesos de perdón y restauración… tantas cosas que pueden convertirse en una carga o liberar tu vida.

Si te preguntas ¿cómo o por donde empiezo?, tengo un par de recomendaciones:

  • Revisa que debes hacer.
  • Empieza por lo que puedes hacer.
  • No te encapriches con lo que no puedes hacer.
  • Haz lo que debes hacer.
  • Descansa

 

Escrito por: Jimmy Sarango
Sitio oficial: www.jimmysarango.com