Cuando las personas nos escuchan hablar, ¿escuchan más a Jesús, sus enseñanzas y sus principios o nos oyen más un recitar de la ley, las normas y las reglas?
La Biblia dice que Jesús no vino para abolir la ley sino para cumplirla. Para esto, tuvo que reformular varios principios que se convirtieron en regla sin tomar en cuenta a las personas.
Ustedes han oído que fue dicho: “Amarás a tu prójimo, y odiarás a tu enemigo.” Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, bendigan a los que los maldicen, hagan bien a los que los odian, y oren por quienes los persiguen,
Ustedes han oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y que cualquiera que mate será culpable de juicio. 22 Pero yo les digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio…
Ustedes han oído que fue dicho… pero yo les digo…
Hay frases, normas, reglas, mandamientos que pensamos que están para cumplirse porque sí, sin darnos cuenta que Dios los propuso por algo mayor a la letra, al texto, era para cuidarnos.
Ustedes han oído que fue dicho: “No cometerás adulterio”. Pero yo les digo que cualquiera que mira con deseos a una mujer, ya adulteró con ella en su corazón.
Jesús va más allá del discurso memorizado, habla de lo que hay en el corazón del hombre. Podemos aprender más frases y mandamientos pero no es a lo que él apunta, él va al corazón.