Como a mí mismo
Quizás leyendo la Biblia te has encontrado con la frase “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Y a lo mejor te has preguntado ¿acaso puedo amar a otros si no me amo a mí mismo?
Jesús nos dice que en dos mandamientos se resume toda la ley, amar a Dios con todas nuestras fuerzas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Quien ama desea lo mejor para el ser amado, procura su bienestar. Pero ¿qué hacer si no me siento cómod@ con mi estatura, mi nariz, mi temperamento? ¿no me amo?
La verdad creo que todos sentimos inseguridades en algún punto de nuestras vidas, y esas inseguridades nos producen rechazo hacia nosotros mismos pero pese a que no estamos conformes con partes de nuestro ser, nos alimentamos, nos vestimos, vamos al médico si enfermamos, hacemos cosas que nos hacen felices, etc. Que no nos agrade algo en nosotros no quiere decir que debido a ello no nos vamos a cuidar y eso es parte de amar.
Lo mismo sucede con nuestro prójimo pueden desagradarnos cosas en otros, incluso pueden habernos herido, pero aún así podemos desearles lo mejor, tener cuidado de ellos y ayudarlos si está dentro de nuestras posibilidades.
Aprender a amarnos de una manera saludable es vital para nuestro crecimiento espiritual y emocional, pero es un proceso que muchas veces toma toda un vida, ser conscientes de nuestros defectos y nuestras virtudes nos permite tener equilibrio y esforzarnos para ser cada día mejores, eso implica aceptarnos y superar complejos que detienen nuestro crecimiento.
El mejor ejemplo de perfecto amor es Cristo, que dio su vida por nosotros, entender y recordar eso nos da identidad, dignidad, valor y propósito.