La palabra «hábito» puede dar una sensación negativa como traer a la mente el cigarrillo, el alcohol y/o las drogas. Incluso algo desagradable y molesto, como morderse las uñas, chasquear los labios o arrancarse el cabello.
Pero lo cierto es que algunos hábitos pueden salvar tu vida. Como el hábito de mirar a ambos lados antes de cruzar la calle. O ponerse el cinturón de seguridad y presionar los frenos cuando la luz del semáforo se vuelve amarilla. O el hábito de hacer leer la Biblia a primera hora de la mañana.
A veces por ver demasiado nuestra vida terrenal (sin intención) es posible que no pensemos demasiado en nuestros hábitos. Pero, probablemente tenemos toneladas de ellos. A continuación tres verdades sobre los hábitos que todos debemos considerar.
Verdad uno: Los hábitos son difíciles de romper.
Los hábitos pueden ser realmente difíciles de romper, especialmente si los has estado haciendo durante mucho tiempo. Por lo tanto, intentas por todos los medios frenar, pero parece que siempre lo olvidas y los vuelves a hacer de todos modos. Con el tiempo, se han convertido en parte de lo que eres.
Un mal hábito nunca desaparece milagrosamente. Es un proyecto de «hágalo usted mismo». – Abigail Van Buren
¿Alguna vez has tenido un hábito que fue realmente difícil de romper?
Para romper un hábito, se necesita un trabajo duro, pero si estás determinado a romperlo, puedes lograrlo. Además, no descartes la ayuda de Dios para levarlo acabo. Pide sabiduría a Dios y él te mostrará maneras creativas y prácticas para conseguirlo.
Cuantos más malos hábitos patees cuando eres joven, más libre y más pleno en Cristo serás, a medida que crezcas. ¡No pierdas tiempo, comienza a trabajar en esos malos hábitos hoy!
Verdad dos: Los buenos hábitos requieren trabajo
Los buenos hábitos no aparecen solos en tu vida. Tienes que elegir hábitos que te gustaría desarrollar y trabajar en ellos.
Si quieres ser más generoso, debes dedicar tiempo a la generosidad. Si quieres ser más paciente, debes practicar la paciencia en tu vida. Una buena forma de hacerlo es encontrar algunos versículos en la Biblia que traten sobre el hábito que te gustaría ver en tu vida. Leerlos, memorizarlos y repetirlos en voz alta todos los días. Llevar la palabra de Dios a tu corazón es una buena forma de desarrollar buenos hábitos.
Otra cosa práctica que puedes hacer es encontrar algunos recursos para desarrollar el hábito en tu vida. Independientemente de cómo desarrolles el nuevo hábito. Recuerda que al igual que un atleta debe practicar mucho para ser bueno en su deporte, dedicádole tiempo y practicar lo mismo sucede con los hábitos. Los buenos hábitos no ocurren por casualidad, sino que se desarrollan a través del trabajo duro y la disciplina.
Verdad tres: No existe la autoayuda
Una parte esencial de las buenas noticias del evangelio son las malas noticias que las preceden. Dios salva a pecadores a través de Cristo (Jn. 3:16). Pecadores que son incapaces de salvarse a sí mismos, mucho menos ayudarse a sí mismos de cualquier manera eterna o pasajera (Tito 1:15-16). Los libros de autoayuda olvidan una gran realidad sobre la naturaleza del hombre: es pecaminosa, y por ende, nos hace completamente incapaces de autoayudarnos.
La Biblia no nos presenta un mensaje de autoayuda, sino uno de Cristo-ayuda. En Cristo somos ayudados de la manera más profunda y amorosa posible: Él murió en nuestro lugar sufriendo la pena de nuestro pecado y librándonos de su condenación (Ro. 8:1). Ahora tenemos libertad en Cristo para crecer en Él y obedecer como Él, no porque nos autoayudamos, sino porque Él nos ayudó.
La gente arruina sus vidas con las tonterías que hacen, y luego culpan al Señor por ello. – Proverbios 19: 3 (ERV)
ESCRITO POR: Jorge Luis Rodríguez