Mis padres a lo largo de nuestras vidas nos han mostrado mucho amor a mi hermano y a mí, incluso entre ellos no olvidan demostrarse amor el uno al otro. La devoción y la consideración que se profesan es evidente, y yo estoy muy agradecido de haber tenido un gran ejemplo de amor verdadero en su matrimonio. Aquí unas cuantas cosas sobre el amor en pareja que mis padres me enseñaron.
No siempre es perfecto.
Pero son más las veces que se siente que lo es. Claro que hay peleas y discusiones, porque la vida pasa y los inconvenientes son parte de ella. Pero la felicidad que sientes supera la decepción, la frustración y la tristeza. Si no es así debes tomarte tiempo para meditar en ello y solucionarlo.
Es un viaje.
El amor, como todo en la vida, toma tiempo y atraviesa pruebas. No se desarrollará de la noche a la mañana, y muchas veces las cosas cambian, y no necesariamente en la dirección que deseas. Mis padres me enseñaron que a pesar de los planes que tengas y la esperanza en ellos, Dios a veces tiene algo completamente diferente planeado. Ellos me han mostrado que a pesar de las pruebas y las tribulaciones tener a la persona que realmente amas a tu lado es lo mejor.
La honestidad es muy importante.
En una relación, no puedes retener cosas que te molestan y negar tus sentimientos. Ser verdadero y abierto con tus pensamientos y emociones va a evitar posibles discusiones y peleas. Mis padres nos enseñaron esto a mi hermano y a mí mientras crecíamos, y aún siendo adultos seguían inculcándonos la honestidad e integridad.
El amor es divertido.
En nuestra sociedad, mientras el tiempo pasa, el matrimonio tiende a convertirse en algo habitual y se vuelve tedioso, en vez de disfrutar el día a día. Mi mamá y mi papá me enseñaron que el amor es y debe ser divertido. Aquí no hay un horario o fecha límite para tontear, mimarse, sorprenderse o cuidar el uno del otro. El amor es de por vida, por lo tanto la diversión también.
Mostrar amor.
Por grotesco que suene, estoy agradecido de que mis padres se hayan besado frente a mí. Aunque cuando era niño decía ¡que asco! y cerraba los ojos, por dentro yo estaba feliz de que se besaran. ¿Por qué? Simple, veía de esa manera su amor mutuo. Honestamente era genial saber que todo estaba bien entre ellos.