Cuando nuestros hijos comienzan su etapa escolar, las madres también iniciamos una nueva forma de educar a los pequeños, pero parece que una vez más me persigue la sombra de la madre perfecta, esa meta que tengo que cumplir.
Hay días que son más fáciles que otros, a veces los niños llegan a la casa seguros de sí mismos, han comido todo el refrigerio y traen buenas calificaciones. Pero ¿qué pasa cuando hay una nota en la agenda sobre su comportamiento, una baja calificación o una mala actitud para hacer las tareas? Seguro suspiraste muy profundo conmigo.
Quizá eres madre primeriza, una mamita con años de experiencia, o talvez tus hijos ya son profesionales, permíteme hacerte una pregunta: ¿Cómo describirías el éxito o fracaso de tus hijos?
¿Cuáles son los talentos que tienen? ¿Cuáles son las expectativas que tenemos de su futuro y cómo les estamos formando para llegar a la meta?
Yo veo esto como una gran responsabilidad porque será el camino que debemos seguir en la formación de su autoestima, debemos aprender a reconocer sus fortalezas y corregir sus debilidades, ajustar un poquito la parte en la que están fallando. Recordemos siempre que nuestros hijos son un tesoro de cristal a quienes tenemos que moldear diariamente.
Quiero confesarte que en este último año he estado atravesando un proceso necesario para una madre que ha buscado hijas 10/10. Ahora analizo las cosas desde el punto de vista en que una calificación o meta cumplida determine lo que son mis nenas. Ahora soy más agradecida por lo que ellas consiguen, aún no dejo que sus tareas sean menos de lo esperado, en lugar de esto, entiendo cada vez más que no puedo medir a mis hijas por sus logros si no por el esfuerzo que hacen para alcanzar sus tareas o metas u objetivos con responsabilidades y buena actitud.
Me preocupo más en formar su carácter, en que respondan a su alrededor con la firmeza de la palabra, me estoy enfocando en que sean unas buenas amigas y que Dios sea el centro de su corazón.
Te comparto esta frase de Sixto Porras, tomada de su libro “Hijos Exitosos” donde da una importancia vital de la formación de los padres mediante su acompañamiento y palabras “Nadie estimula más la imaginación, fortalece la fe y estimula los sueños que las palabras de un padre”
Estoy convencida que lo que nuestros hijos quieren que nosotras seamos un refugio para ellos, esperan una mirada de “lo vas a lograr” “si puedes hacerlo” que nos sintamos orgullosos de ellos con sus éxitos y fracasos, sus fortalezas y debilidades y esto lo vamos a lograr si somos madres que dependemos de Dios.