Sea cual sea la situación que estemos viviendo, celebrar que el Hijo de Dios se hizo hombre, hará que estas fechas tengan mayor profundidad en nuestros hogares porque tendremos presente la razón por la cual celebramos Navidad.
“Porque un Niño nos ha nacido, un Hijo nos ha sido dado,
Y la soberanía reposará sobre Sus hombros.
Y se llamará Su Nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. El aumento de Su soberanía y de la paz no tendrá fin
Sobre el trono de David y sobre su reino, Para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia
Desde entonces y para siempre.
El celo del Señor de los ejércitos hará esto” (Is. 9:6-7)
Esta promesa se pronunció en un momento complejo que vivía el pueblo judío. Dios, a través de Isaías, advirtió que la rebelión de los líderes corruptos de Israel tendría un alto costo. Si continuaba la idolatría y la opresión al pobre, Dios usaría la invasión de grandes imperios como Siria y Babilonia.
Es en medio de este juicio, que la grandiosa misericordia de Dios se evidenció al prometer a su pueblo, a través de Isaías, Esperanza por medio de un Niño, pero no cualquier niño, sería el Mesías, el Salvador del mundo; su nombre sería Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Su soberanía y paz no tendrán fin.
Lucas, el evangelio que lleva su nombre, registró las palabras del ángel Gabriel a María confirmando lo que se había dicho acerca de Jesús en el pasado:
“Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios el Señor le dará el trono de su padre David, y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre. Su reinado no tendrá fin”. (Lc. 1: 31-33)
Aquel Niño del que habló Isaías es Jesús, quien vino al mundo para establecer el reino de Dios Su Padre para siempre.
La Esperanza de Dios a la humanidad se cumplió con la llegada de su Hijo Jesús. Podemos confiar con seguridad en esta esperanza que no tiene fin.
De esto se trata el Adviento: recordar la encarnación del Hijo de Dios para redimirnos y darnos vida eterna junto a Él y preparar nuestros corazones para celebrar el verdadero sentido de la Navidad.