En medio del ajetreo del día a día, quiero tomarme un momento para decirte:
Te amo. Sé que casi nunca lo digo, tal vez porque me da pena, pero en silencio y en mi mundo, siempre pienso en ti y en cómo estás.
Sé que a veces puedo ser egoísta porque me encierro en mis cosas, me concentro en conversaciones o escapo por un momento. Eso no quiere decir que no eres importante en mi vida, tal vez no sé cómo demostrarlo, pero hoy necesito decirlo.
Ahora que he crecido, entiendo que no eres inmortal ni un superhéroe, aunque para mí siempre serás la muestra viva de un amor sacrificial, fuerte e infinito. Cuanto más humano te veo, más te quiero y admiro.
Desde pequeña, mi primera palabra que aprendí a decir fue: papá; hoy te lo digo con orgullo y consciente de lo que representa.
Siempre voy a necesitar de tu sabiduría y consejos, de tu abrazo y tu nido de remanso.
La vida es corta y nos da tantas sorpresas, que si mañana no estoy, o no estás, quiero que lo último que sepas de mis labios y mi corazón es que te amo y te agradezco.
Gracias por tu tiempo, tu amor. He logrado comprender tus desvelos y los he visto pensando en mi futuro. Ahora sé que un buen día yo haré lo mismo por mis propios hijos.
El poder y la persona misma desaparecerán, pero la virtud de un gran padre como tú vivirá para siempre como un legado en mi vida.
Te amo.