Cuando supe que llegarías a nuestras vidas, fue toda una sorpresa. Tus padres estaban felices, y yo no podía creer que alguien por primera vez en mi vida me diría ‘Tía’.

Y es que, aunque aún no tengo la dicha de ser madre, ese día sentí que algo cambió. Con el paso de los meses fui encariñándome más con la idea de ser la persona que más te mimaría en el mundo. Sólo yo podría consentirte cuanto quisiera, y sólo yo podría ser aquella con la que tendrías esa charla cuando más confundid@ te sintieras.

Con el paso del tiempo no sólo te fui amando cada vez más, sino que me ayudaste a crecer como persona. Desde el sentimiento de atesorar el tiempo, como todos los momentos que paso contigo; hasta cuando peor me llegué a sentir conmigo misma y tú me mirabas y me decías que era la más linda del mundo.

Contigo jamás podía tener una cara larga o andar de mal humor, tú me miras siempre como si yo fuera perfecta y nunca me equivocara, si tan sólo supieras que no soy así, pero por ti todos los días son una nueva oportunidad de intentar ser mejor persona.

No me queda nada más que agradecerle a Dios por tener la oportunidad de ser lo que soy, tu tía; la que se vuelve espontánea y divertida cuando llegas de visita. La que siempre estará ahí contigo para vivir tus triunfos; todos y cada uno de ellos, ten por seguro que estaré ahí.

Sin importar las veces que caigas, yo estaré para ayudarte a levantarte y caminar junt@s, para conversar de todo, siempre seré tu confidente.

Eres una importante motivación para mi vida, desde el día de tu nacimiento encontré nuevos caminos para elegir lo que quiero en mi futuro. Estar bien, estar feliz, cumplir mis sueños y demostrarte que podrás cumplir los tuyos.

Y aunque sé que no eres mi hij@, puedo asegurarte que algo que jamás te faltará, será un abrazo y beso sinceros, porque para quererte no necesito más título que el que me has dado.

Con amor infinito:

Tu tía.

Tomado y adaptado de: Ok chicas /web.