Cada vez que me levanto, son lo primero que se me cruza por la mente, mirarlos cerca, sentirlos realizados, me motiva.

A muchos de ustedes los tengo desde que era una niña, cuando jugaba a ser adulto y caminar los caminos que hoy transito. Algunos  ya los he cumplido, otros se me han hecho más difíciles, pero no abandono, me propuse conseguirlos y lo haré.

Les he puesto colores, formas y nombres, y en este secreto de 3, (Dios, ustedes y yo), sabemos que un buen día, más temprano que tarde, nos encontraremos de frente y nos saludaremos con una sonrisa.

Hoy sé que yo no los soñé, estoy convencida  que Dios los puso en mí, y junto con eso me ha dado la capacidad de volverlos realidad. Él me alienta, me provee, me sustenta.

Sueño con ser la mujer que me propuse, la que Dios quiere que sea; sueño en mi familia, en darles un rostro y verlos sonreír. Sueño en extender mi mano a todo el que la necesite. Sueño en pequeñeces y en supuestos imposibles. De eso se trata, de no dejar de soñar, sabiendo que tomando las decisiones correctas, esforzándome y  agarrada de la mano del dador de los sueños, mis ojos no se cerrarán sin haberlos alcanzado.

Debo concluir, pues quiero ocupar mi tiempo en acercarme más a ustedes; mis sueños.

Pero no quería dejar pasar la oportunidad, para recordarles, que estoy más cerca de lo que piensan, que me llenan de orgullo y alegría y que esta nota quizás sea un susurro a mí misma.

Uno lleno de gratitud, de esperanza y de coraje.

Hasta pronto….muy pronto.

Atentamente.

Yo, que los sueño.