Salmo 17: 1-15
La expresión “ la niña de los ojos” es una frase empleada popularmente para referirse a las pupilas de los ojos de los seres humanos. El término pupila, etimológicamente, proviene del vocablo latino “pupilla” el cual es diminutivo de “pupa” frase empelada para referirse a una niña, muchacha e inclusive alusiva a una muñeca.
Esto se debe a que, desde tiempos antiguos, la humanidad se dio cuenta de que en la obertura que se encuentra en el centro del iris del ojo (y por donde entra la luz a los ojos) se reflejaba la silueta de la persona a la que se estaba mirando. Dicha silueta semejaba el trazo del diminuto cuerpo de una niña y eso estimuló que se empiece a llamar a esta zona del ojo, como “la niña de los ojos”.
A lo largo de los siglos, esta expresión adquirió un uso romántico o filial, alusivo a los sentimientos de amor exteriorizados hacia el ser amado y el deseo profundo, genuino y puro de cuidar dicho amor tan delicadamente, así como se cuida a la “niña de los ojos” de toda intromisión y situación que pueda lastimar esta parte sensible de la vista.
Sin embargo, es este salmo 17 y de manera particular el versículo 8, el texto más antiguo en hacer referencia a esta percepción popular. En su contexto bíblico, el rey David, al verse rodeado por personas malas que buscan su vida (Vs 9) compone esta oración en la cual le solicita al Señor le brinde un cuidado y protección tan singular y delicada:
“Guárdame como a la niña de tus ojos;Escóndeme bajo la sombra de tus alas”
Frente a la adversidad, y saberse rodeado de enemigos, David le pide a Dios que lo cuide tal como se cuida a la niña de los ojos; también pide su protección tal como un ave cuida a sus pequeños polluelos. Este versículo expresa la anhelante necesidad del ser humano de sentir que alguien superior lo cuida; pero también expresa la certidumbre de que es Dios, el único que puede satisfacer dicha necesidad.
Ese es el tipo de cuidado que nuestro buen Dios nos brinda a todos sus hijos: tierno y delicado tal cual se cuida espontáneamente a la niña de los ojos. Tú eres así de importante para Dios. Recuérdalo la próxima vez que sientas que no le importas a nadie. Él te ama y te cuida como a la niña de sus ojos. Piénsalo. Oremos