¿Qué padre no quisiera ofrecer el mundo a sus hijos para hacerles contentos? Nos complace cumplir con sus deseos y pensamos que este es el secreto de la felicidad. Pero ¿podría ser que nunca decirles no a nuestros hijos, a largo plazo les conduzca a la infelicidad? ¿Has considerado que decir sí a todo no es en realidad es clave para el futuro éxito de nuestros niños? ¿En qué maneras el decir “no” es uno de los mejores regalos que puedes ofrecer a tus hijos?
Decir “no” les prepara para la vida adulta. Tolerar la frustración es una habilidad sumamente importante para un adulto. Pero un niño que siempre consigue lo que desea se frustrará fácilmente como adulto y cada decepción inesperada le llevará a la angustia, a la rabia y la tristeza. Un niño que nunca escucha no llegará a ser un adulto que no sabe desenvolverse en el entorno laboral y profesional.
Decir “no” les da oportunidades para el desarrollo psicólogico. La vida requiere mucha paciencia y autodisciplina. ¿Pero como las aprendemos? A través de la práctica. Si quieres un hijo capaz de esperar, flexible y adaptable a cada circunstancia, tienes que poder decirle un firme no en las circunstancias apropiadas. Así tendrá oportunidades para ejercitar sus “músculos” de dominio propio que tanto necesitará para el resto de su vida.
Decir “no” les fomenta la creatividad. Cuando un niño no recibe lo que quiere, llega un momento de decisión. Ahora tiene que encontrar otras opciones de cómo va a seguir adelante. Como padres, podemos ser los entrenadores de nuestros hijos, ayudándoles a pensar en una lluvia de ideas alternativas. Esta disciplina de la creatividad es una gran herramienta de vida para enfrentar la desilusión.
Puede ser muy difícil decir no a nuestros hijos, con las rabietas y berrinches que pueden acompañar a esa palabrita. Pero a la larga, decir no es muy beneficioso para ellos porque les puede capacitar con las herramientas que necesitan para afrontar de forma sana y positiva los retos de la vida. Por lo tanto, mi amiga, ten en mente los regalos de decir “no”, convenciéndote interiormente que cuando lo dices, estás haciendo lo mejor para tus hijos.
Beth Saavedra
Iglesia La Viña Quito