Salmo 47: 1-10
Una heredad se la define como una porción de terreno cultivado perteneciente a un mismo dueño, y que es legada tradicionalmente a una familia y a los miembros de ésta a perpetuidad. En el contexto bíblico, connota la propiedad que fue asignada a las diversas tribus y familias israelitas cuando se establecieron en la tierra de Canaán.
El poseer una heredad no siempre es sinónimo de una buena administración. En algunos casos, alguien que recibe una heredad puede hacer mal empleo de la misma y echarla a perder en su productividad o definitivamente perderla en cuanto a su derecho de posesión (esto usualmente puede ocurrir por deudas contraídas y para saldarlas se vende o se paga con la heredad).
En este texto bíblico, el Salmo 47: 4 establece:
El nos elegirá nuestras heredades; La hermosura de Jacob, al cual amó
Este versículo nos establece que Dios es el dador de toda heredad; y podemos aplicarlo en el hecho no solo de una heredad física como el caso de una extensión de tierra sino también de una heredad de carácter espiritual, familiar, moral, etc. La heredad que Dios otorga, siempre, se caracterizará por ser una dádiva de su parte y por ser una evidencia del amor de Dios para con el ser humano. Pero le corresponderá al hombre el poder cuidarla y acrecentarla en su productividad
En tu caso, ¿Cuál es tu heredad? ¿De qué está conformada? ¿Dios la ha elegido para ti? Si así es, ¿La valoras?. Piénsalo. Oremos