La muerte de un ser amado, la pérdida de trabajo, la falta de recursos, el abandono de tu cónyuge, la llegada de una enfermedad…; hay tantas cosas que pueden producirnos ese dolor que se cuela entre el alma y el corazón, dejándonos paralizados. Y es normal experimentar este tipo de emociones frente a situaciones difíciles; lo que no es correcto ni acertado es mantenernos estancados en las lágrimas de la tristeza y la conmiseración.
Todas las personas a lo largo de la vida experimentamos el dolor y el sufrimiento en diversas ocasiones, pero solo los valientes nos levantamos. Aquellos que en estas situaciones miramos a Dios hallamos la fortaleza y el sostén que necesitamos para tomar el padecimiento con otra perspectiva; como la oportunidad de cambiar circunstancias, de madurar, crecer, aprender y tomar rumbos mejores.
El pasado trae muchas veces dolor, pero Dios hace nuevas cosas en nuestras vidas. Si insistimos en mantenernos y estar continuamente en el pasado no vamos a ser capaces de ver las cosas nuevas que Él ha preparado para nosotros. Isaías 43:18-19. “No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad”.
Nuevas oportunidades en medio del dolor y la adversidad; esto podemos ver en Teresa Perales, nadadora paralímpica española, quien ha conseguido 22 medallas. “Lo importante es la manera en que afrontamos las cosas que van pasando”, ha señalado en varias ocasiones la deportista. “Cuando me quedé en silla de ruedas pensé que mi vida era con mi silla y que gracias a ella podía hacer grandes cosas”. Entre ellas, convertirse en la española más laureada de los Juegos Paralímpicos.
Dios nos ha dotado de todos los recursos para tomar el dolor con una actitud de victoria, está en nosotros creerlo y vivirlo así.