El hombre es llamado a pertenecer, no solo a estar en su casa. Esto significa que no podemos ignorar la realidad que somos seres gregarios y que no podemos vivir aislados. Cuando Dios dijo: “No es Bueno que el hombre esté solo” determinó que fuimos creados para la comunidad, para la comunión y para formar una familia, y ninguno de nosotros puede cumplir los propósitos de Dios por nosotros mismos, sin afectar o ser afectados por otros. Sin embargo, en la convivencia familiar suele ser muy recurrente un aislamiento funcional del hombre, donde a pesar que el esposo, padre, cabeza del hogar está físicamente pero no involucrado con sus hijos o, con su esposa.
La Biblia dice que somos puestos juntos, unidos, edificados juntos, miembros unidos, herederos unidos, que juntos celebramos y que seremos arrebatados juntos. (1 Corintios 12:12; Efesios 2:21-22, 3:6, 4:16; Colosenses 2:19; 1 Tesalonicenses 4:17). Como ves, es una responsabilidad primaria que nosotros los hombres nos vinculemos de manera intencional en el hogar para cumplir el propósito de ser bendición para los que más amamos. ¡Ya no estás aquí por ti y para ti mismo!
La Biblia dice que aun cuando tu relación con Cristo es personal, Dios no quiere que sea exclusivamente privada, o en solitario. La Biblia dice, “también nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás.” (Romanos 12:5).
Los propósitos de Dios para la familia, donde todos vivimos con el mayor sentido de comunidad, son la interdependencia, comunión, adoración a Dios, formación-discipulado; servicio y fortalecimiento de la fe. Todo esto nos ayuda a enfrentar la vida y disfrutarla en abundancia.