La manera que afrontamos el dolor es un gran testimonio de nuestra fe en Dios. Significa que cuando demostramos nuestra confianza en Dios en medio de circunstancias difíciles, o a pesar del sufrimiento, llamamos la atención de quienes aún no creen en Jesucristo.

¿Recuerdas la historia de los amigos de Daniel, quienes fueron arrojados al fuego? Ellos confiaban en Dios y Él los rescató de manera milagrosa.

Daniel y sus amigos impresionaron con su fe al rey Nabucodonosor. El rey dijo: “¡Alabado sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego! Envió a su ángel para rescatar a sus siervos que confiaron en él. Desafiaron el mandato del rey y estuvieron dispuestos a morir en lugar de servir o rendir culto a otro dios que no fuera su propio Dios”. Daniel 3:28 (NTV).

¡El rey Nabucodonosor reconoció que Sadrac, Mesac y Abed-nego! estaban dispuestos a desafiar su orden y arriesgarse a la muerte porque confiaban en Dios.

¿Sabes? Es revelador darse cuenta que a veces la falta de pasión por vivir es porque no tenemos una causa por la cual moriríamos. ¿Cuál sería tu respuesta si te preguntaran por qué morirías? Tal vez no te resulte fácil tener una repuesta inmediata y contundente. Al respecto me han conmovido las palabras del Rick Warren cuando dijo que: si no sabes por qué estás dispuesto a morir, nunca vivirás realmente. Solo existirás.

Regresando a los amigos de Daniel, vemos que el fuego fortaleció su fe y su carácter. Lo mismo puede suceder con nosotros hoy. Dios es capaz usar el sufrimiento como un trampolín al crecimiento de nuestra fe mientras impactamos al mundo con nuestro testimonio de vida en Cristo.