Ser mamá es una de las más nobles y hermosas tareas encomendadas por Dios para la mujer, no solo por el amor, la atención y el cuidado de demanda de nosotras, si no, también por la paciencia, la tolerancia y las enseñanzas que dejan huellas en nuestros hijos.
A medida que nuestros hijos van creciendo, este desafío aumenta y cada vez más debemos estar preparadas para enfrentar los cambios en su personalidad, más aún cuando se encuentran en una edad en la que pueden ser vulnerables a las palabras o acciones de otros niños y niñas.
Te comparto lo que he hecho en esos momentos en los que corre un escalofrío por tu corazón y quieres saber todo sobre una travesura que tu hijo hizo:
- Gana su confianza: Cuando sepas de algo que tus hijos hayan hecho, no te apresures a enojarte, permite que sean ellos quienes te cuenten lo que pasó, si hubo alguna cosa en la que se equivocaron, sigue escuchando con paciencia.
- Comparte tus travesuras: Mientras van contando lo que pasó, trae a la conversación cosas que te hayan pasado cuando eras pequeña, no importa si te equivocaste en ese entonces, tus hijos deben saber que mamá es real y que también fue niña. No creemos una imagen de perfección.
- No juzgues: No te apresures a lanzar palabras como, eres igual a tu abuelo, sabía que nunca me dirías la verdad, eres irresponsable, entre otros. Esto solo va a limitar el desarrollo de la conversación y solo se levantará una barrera de comunicación.
- Siembra valores: Cuando sepas todo lo sucedido, es tu oportunidad para dar una salida o una posible solución al problema, permite que tus hijos evalúen lo que pasó y cómo reaccionaría en el futuro. Habla de la honestidad, la sinceridad, perdón, humildad, respeto entre otros.
- Acompaña su desarrollo: debemos estar preparadas para hacer buenas preguntas que nos den información si es que determinada situación fue superada. Por ejemplo: ¿qué fue lo mejor de tu día? ¿qué te hizo reír este día? ¿a quién ayudaste hoy? ¿qué fue lo que más te gustó de la lonchera?
Recuerda que tus palabras y acciones dejarán una huella imborrable en la vida de tus hijos, no dejes que el miedo, la ansiedad o el enojo lastimen el corazón de tus hijos.