Por Marco A. Mosquera

 

Cuando vemos las flores lozanas, frescas, vigorosas, llenas de colorido, de vitalidad y de vida, es tan grato, es concluir que para eso están allí, que para eso fueron creadas y que por tanto son siempre deseables, tocables y aun con un aroma especial, se puede concluir que al cumplir su ciclo de vida se marchitan.

La ternura con la cual Dios diseñó y equipó a la mujer no depende de los años ni de la edad, es una característica es parte de su naturaleza, por lo tanto, no tiene vencimiento. La ternura se puede definir como algo fácil de partir, cortar o resquebrajar o que puede deformarse de manera simple. La parte central en el versículo  1 Pedro 3:7 dice:

“…… Denles el honor que les corresponde, teniendo en cuenta que ellas son más delicadas y están llamadas a compartir con ustedes la vida que Dios les dará como herencia…”,

Tiene que ver con ese diseño de Dios para la mujer, es decir su ternura, dulzura y capacidad de expresar amor, están inmersos en la forma de cumplir su propósito. Sin embargo, hay situaciones, eventos, circunstancias propias o externas que pueden afectar este perfil tan hermoso y característico de la mujer, como el maltrato, los abusos, las palabras duras, la aspereza. Ni la mujer ni quienes están alrededor de ella deben permitir que este diseño cambie, que esta característica la marchite. Permitirlo es ir contra lo que Dios ha hecho y como lo ha hecho, es “una injusticia”, y si lo hemos permitido, vale la pena el perdonar y perdonarse, vale la pena parar y ser firme ante su permanencia y continuidad.

Así mismo tenemos libertad en Cristo Jesús para ser libres de todo aquello que nos quiere esclavizar o encerrarnos. Que hermoso el respeto, el mejor piropo para la mujer y la mejor manera de una convivencia diaria.

Otros regalos que Dios ha dado son la alegría y el gozo que traen plenitud y que hermosean el rostro de la mujer y eso le da la capacidad de embellecer lo que toca.

Que hermoso reconocer que el amor de Dios se manifiesta al haber creado hombre y mujer a su imagen y semejanza para caminar juntos reflejando su gloria.

Toda mujer florece si tiene un buen jardinero a su lado.