Recuerdo el día que una mamá le dijo a su hija «ojalá el próximo año te vistas mejor, no como indigente».

Para nosotros, en la iglesia ella era la chica que mejor se vestía, con un estilo único. Además de eso, era excelente estudiante, cantante, muy buena amiga. Para su mamá, ella era una adolescente que se vestía como indigente y nada más importaba.

Es muy común fijarnos en lo negativo y dejar de lado lo positivo de los demás. Hay ocasiones en las que un hijo obtiene una buena nota y lo que escucha es «pero esa es tu responsabilidad, sacar buenas calificaciones» y dejamos de lado con una frase como esa su esfuerzo, su dedicación. Aunque su responsabilidad sea estudiar, es responsabilidad de los padres generar un espacio de confianza y seguridad.

Tu hija que quizá se viste de una manera diferente es más que su look. Probablemente lo que se ve es una expresión de lo que ella piensa, lo que sueña, sus luchas y gustos. Puedes preguntar, sugerir y aportar o lastimar su identidad con tus comentarios negativos.

Papá y mamá tienen dos opciones: ser aliados o enemigos. Un enemigo busca cómo lastimar y aprovecha las oportunidades para atacar. Un aliado busca cómo potenciar al otro, cómo acompañarlo, corrige con amor y buscando el bienestar del otro, no el bien propio.

No todo en la adolescencia es rebeldía, muchas veces es esa búsqueda de identidad que aún los adultos tenemos. Escuchemos más, conversemos más, lastimemos menos.