Nehemías tenía un importante cargo en la corte de Artajerjes, rey de Persia. Este hombre no era un sacerdote o servía todo su tiempo en la iglesia. Un día, Dios le encargó algo importante: reconstruir los muros de Jerusalén porque el pueblo de Dios era atacado y humillado (Nehemías capítulo 1).
Menciono a esta persona porque puedo ver en él a un hombre conectado con el Señor, tenía una relación estrecha con Él. Lo demuestra al conocer sus planes, escuchar su voz y obedecerle.
A veces pensamos que Dios sólo les habla o les da misiones a las personas que están dentro de la iglesia y pensamos “que ellos hagan discípulos”, “que ellos evangelicen”, “que ellos ayuden a los necesitados”, “que ellos visiten a los enfermos”. Otras veces creemos que Dios le habla solo al pastor o al líder y esto no es así.
La salvación es personal y la relación es entre Él y nosotros, no entre el pastor, nosotros y Dios. Asimismo, el Señor nos habla a cada uno de formas creativas y debemos estar atentos para conocer sus respuestas o preguntas.
No importa en qué círculo estás ahora, puedes cumplir los propósitos que Dios tiene para ti en ese entorno y en ese momento de tu vida. Si estás en el colegio, ¿qué quiere Dios que hagas? Si estás en la universidad, ¿quiere que muestres Su Amor a tus compañeros?, Si estás en el trabajo, ¿quiere que muestres Su Transparencia haciendo negocios justos?
No nos perdamos la bendición de obedecerle al Señor. En Deuteronomio capítulo 28 encontramos varias promesas que Dios tiene para quienes lo obedecen: “bendito serás en la ciudad, bendito serás en el campo, tendrás abundantes cosechas, bendiciones de fruta y de pan, bendiciones cuando entres, bendiciones cuando salgas” y la lista continúa.
Y no sólo por las bendiciones, la obediencia es producto de una íntima relación con Dios, de hacer lo que a Él le place porque lo amamos, porque queremos verlo sonreír.
ESCRITO POR: Linda Espín